En las páginas del RAMAYANA, el gran poema épico Hindú
atribuido el poeta VALMIKI, se encuentran alusiones a
asombrosos carros voladores y a extraños elementos a reacción
que habrían sido utilizados en el curso de las guerras entre los reyes
de la alta antigüedad asiática. En estos vehículos voladores las
personas que se montaban en ellos podían volar hacia los cielos y
dirigirse a las estrellas y a mundos lejanos, para luego retornar a
la Tierra. Cita textual de la versión
de F. Robles Villafranca, 1970:
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Mientras se iban
desarrollando estas cosas, Rama, el KAKUTSTHIDA,
le dijo a VIBHISHANA: ocúpate de procurarme un pronto regreso
a mi ciudad. El camino a AYODHYÁ es muy difícil de recorrer.
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A lo que respondió VIBHISHANA: Hijo de monarca de la Tierra, yo cuidaré que te
conduzcan a tu ciudad. Hay un carro llamado PUSHPAKA, carro
incomparable, resplandeciente como el Sol y que marcha por sí mismo.
Montado sobre ese carro, serás conducido por él, sin inquietud,
hasta AYODHYA.
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Tras estas palabras
VIBHISHANA llamó urgentemente al carro parecido al Sol
acompañado por su hermano y por ilustre VVIDEHANA, encendida
de rubor, el RAGHUIDA, ya montado, le dijo a SUGRIVA:
Apresúrate a subir en el carro con tus generales, SUGRIVA.
Sube también con tus ministros, VIBHISHANA, monarca de los
RAKSHSAS.
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Al instante, SUGRIVA
con los reyes de los simios, y VIBHISHANA con sus ministros,
llenos de alegría, montaron en el gran carro PUSHPAKA.
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Cuando todos estuvieron
embarcados, Rama ordenó al vehículo que partiese y el
incomparable carro de Kurevase se elevó hacia el mismo seno
de los cielos. El carro volaba como una gran nube empujada
por los vientos. Desde allí paseando su mirada por doquier, el
guerrero descendiente de RAGHÚ, dijo a Sita la
MITHILIANA, la del rostro bello como el astro de la noche: Mira,
ya veo el palacio de mi madre... ¡AYODHYÁ! ¡Inclínate ante
ella, Sita, mi VIDEHANA, hete aquí de regreso!
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Apenas la muchedumbre,
presurosa, les vio llegar como un segundo Sol y con tan
rápida marcha, el aire fue rasgado con potentes gritos de alegría,
lanzados por ancianos, mujeres y niños. Todos gritaban: ¡Aquí está
Rama!.
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BHARATA, pasando
de la tristeza a la alegría, se acercó, con las manos juntas y honró
a Rama: Sé bien venido, pronunció, con respeto que le merecía
su hermano. Pero éste se apresuró a alzarlo, lo apretó contra su
pecho y lo estrechó entre sus brazos con alegría...
Este escrito, dedica nada mas y nada menos que 250 versículos a
hablarnos de estas extrañas naves:
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El secreto de la
fabricación de los VIMANAS no puede ser desvelado, y
esto no es por ignorancia, sino porque los detalles de la
construcción deben mantenerse en el mayor secreto para impedir que
alguien pueda fabricar un VIMANA con fines perversos.
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El cuerpo del VIMANA
debe ser fuerte y duradero pero de material liviano como un pájaro
volador.
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Por medio de la potencia
graduada del mercurio se pone en movimiento el torbellino impulsador
del carro aéreo.
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Un solo hombre puede
viajar de manera maravillosa y ascender muy alto por los cielos.
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Puede construirse un
VIMANA tan grande como el Templo de la Divinidad: para
ello, hay que utilizar cuatro depósitos de mercurio en la parte
inferior, una vez calentados estos, puede desarrollarse por medio
del fuego controlado, una potencia equivalente al rayo.
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Muy pronto el VIMANA
asciende convirtiéndose en una perla en el cielo.
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Por medio de los
VIMANAS los hombres pueden ascender a los cielos y los seres
del cielo pueden descender a la Tierra.
En el MAHABARATA se cuenta la lucha entre dos pueblos; los
KAURAVA y los PAUDAVA:
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Los VIMANAS eran
máquinas volantes que tenían la forma de una esfera y
navegaban por los aires por el efecto del mercurio que provocaba un
gran viento propulsor.
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Los hombres alojados en
los VIMANAS pueden recorrer grandes distancias en un tiempo
maravillosamente corto.
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DANAVA era el
disco destructor que poseía armas terribles lanzando relámpagos de
fuego espantosos y capaces de destruir las ciudades.
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CUKRA, a bordo de
su VIMANA de gran potencia lanzó sobre la ciudad un único
proyectil cargado con la potencia de todo el Universo.
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Una humareda
incandescente, semejante a diez mil soles, se elevó en todo
su esplendor. Se levantó un viento terrible, la naturaleza
enloqueció y el Sol giró sobre sí mismo.
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Los enemigos caían como
briznas de hierba destruidas por las llamas, hervían las aguas de
los ríos y los que se lanzaron en busca de salvación murieron sin
remedio.
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Ardían los bosques.
Caballos y elefantes corrían desesperados entre el fuego.
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Cuando el viento disipó
la humareda de los grandes incendios, se vieron millares de cuerpos
calcinados por el rayo terrible.
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Este rayo terrible
aparece como el RAMA de BRAHMA.
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