INTRODUCCIÓN
(partes)
LOS FALSOS ÍDOLOS
Lo primero que haremos será derribar los falsos ídolos,
resaltar los errores tradicionales que ciegamente hemos venido
siguiendo como sabias pautas para nuestra vida y, finalmente,
hacer caer en cuenta al lector de que muchas de las ideas que
hasta ahora había considerado como serias y hasta como sagradas,
son falsas y, en muchas ocasiones, fatales para el desarrollo de
la sociedad y de cada una de las personas que la componen.
(...)
Paradójicamente muchas de las ideas y de las instituciones
consideradas más serias, como son la patria, la familia, la
religión, el honor, las tradiciones, etc., han sido las que más
daño le han hecho al ser humano en su evolución a través de los
siglos. Distorsionadas y convertidas por sucesivas minorías en
instrumentos de dominación han devenido en el mayor freno que la
humanidad ha tenido para su perfeccionamiento y en definitiva
para la consecución de la felicidad.
Estas ideas, que consideradas en teoría se nos presentan como
algo bello y positivo, a la larga y en la vida concreta son los
grandes instrumentos para la desunión de los seres humanos, para
el abuso de los fuertes sobre los débiles, para la incomprensión
y para todo tipo de discordias.
Tomemos como ejemplo una de estas ideas: la religión;
considerada tanto en su aspecto de pura ideología como en el más
concreto de institución, secta u organización religiosa. Aparte
de lo que más adelante diremos sobre este importantísimo
fenómeno en la historia de la humanidad, no podemos dejar de
señalar ahora mismo un hecho terrible en contra de ella: la
religión ha sido a lo largo de los siglos si no la mayor, al
menos una de las mayores causas de división y guerra entre los
seres humanos. Por culpa de las diferentes religiones se han
derramado en el mundo ríos de sangre y se siguen derramando
todavía en la actualidad.
LA ESENCIA DEL ESPÍRITU HOLÍSTICO
La esencia del espíritu holístico o de la nueva era
acuariana en la que estamos entrando, es, como ya dijimos, la
relación de todos con todos y de todo con todo; es la unión por
encima de la separación ; es la búsqueda de la felicidad por
encima de los convencionalismos; es la consecución de la paz del
alma, es el desarrollo de la mente y la evolución del espíritu.
Muchas de las ideas tradicionales, "serias" y "sagradas", van
precisamente contra todo ello: nos encierran en nuestros propios
conceptos, nos separan, nos impiden adquirir nuevas ideas porque
nos han prejuiciado contra ellas, nos imposibilitan para ver
nuevos horizontes, frenan nuestra creatividad y no sólo no nos
permiten conseguir la paz del alma sino que con mucha frecuencia
nos hacen profundamente infelices.
(...)
En esta era nueva hay mucha gente que vive con la mentalidad de
la era vieja: se limitan a seguir a sus podridos líderes,
votando como ellos les aconsejan, consumiendo lo que les
sugieren los medios de comunicación, creyendo lo que ellos les
dicen que hay que creer.
Un hijo de la nueva era será ante todo un hombre autocrítico,
rebelde con toda imposición, buscador incansable de otros
niveles de realidad y de conocimiento.
(...)
CAPÍTULO 1
REEVALUACIÓN DE UNO MISMO
(partes)
HEMOS SIDO VILIPENDIADOS
Necesariamente tenemos que comenzar a escribir sobre la
Nueva Era defendiendo y redefiniendo a su principal
protagonista: el ser humano.
¿Por qué tenemos que hacerlo ? Porque el ser humano, a lo largo
de los pasados milenios, ha sido vilipendiado y humillado, de
manera tenaz e inmisericorde, por todas las religiones que han
existido, aunque éstas afirmen elevar la dignidad del hombre y
la mujer.
ACOMPLEJADOS POR LA RELIGIÓN
En el cristianismo, en concreto, el ser humano no es un
simple hombre o una simple mujer. Con frecuencia cuando los
libros de ascética y de teología se refieren a ellos les llaman
pecadores, como si ello fuese la esencia de su ser y su
naturaleza estuviese radicalmente viciada, de modo que no fuese
capaz de recibir otro calificativo.
Hace años escribí en Mi Iglesia duerme: "Un buen cristiano es un
hombre muerto de miedo". Si se cree a pies juntillas en todos
los dogmas que la Iglesia predica para el más allá, es
perfectamente lógico que uno esté lleno de temor ante un fuego
eterno, siempre posible.
Un buen cristiano es por lo menos un ser acomplejado: un ser que
tiene que salvarse sin poder hacerlo por sus propias fuerzas;
que por su naturaleza, y sin culpa alguna de su parte es
trasgresor de la ley; que padece enfermedades y tiene que morir
inexorablemente debido a un pecado que no cometió, pero que trae
ya encima cuando llega a este mundo... ¿No son estos motivos más
que suficientes para acomplejar a una persona?
Por lo pronto, dejemos estas consideraciones relativas a la
religión porque más adelante analizaremos a fondo la
reevaluación que habrá que hacer de todos los principios
religiosos de la Nueva Era. En este momento hagamos sólo un
esfuerzo por sacudirnos el posible yugo mental que nos hayan
podido inculcar los falsos credos, impuestos en la niñez con
tanta fuerza que persisten en la vida adulta de la mayoría de
las personas.
Rechacemos de plano la aseveración de que somos
pecadores por
naturaleza. Somos seres humanos racionales, con instintos,
inteligencia, pasiones, limitaciones, miedos y capacidades que
en su mayor parte nos han sido dadas desde nuestro nacimiento,
sin que nosotros hayamos tenido nada que ver. Por lo tanto no
tenemos por qué sentirnos acomplejados, reos ni pecadores, como
los predicadores cristianos han venido diciendo por siglos.
Esta liberación mental es algo básico e inicial para la
reevaluación de uno mismo, ya que es imposible darse lugar y
valía propios cuando en el fondo de la mente anidan sentimientos
tan negativos y destructores"
NO SOMOS PECADORES POR NATURALEZA
No somos pecadores por naturaleza, ni nos espera ningún
castigo eterno, ni venimos a este mundo con ningún pecado, ni
necesitamos a nadie que nos salve o nos redima, porque nunca
hemos estado en venta. En realidad nuestra esencia es inmortal y
tenemos por delante un futuro inimaginable.
Rebelémonos también contra la idea de que este mundo es un valle
de lágrimas y que venimos a él para hacer méritos a través del
sufrimiento para alcanzar una vida futura. Es cierto que para
muchos mortales este mundo es un auténtico valle de lágrimas y
de miserias; pero esto se debe, en gran parte, no a la esencia o
a la naturaleza del hombre, sino a la poca evolución de la raza
humana, que no ha cumplido con las leyes naturales, y muchos de
los que están en posiciones de privilegio han abusado de ellas
en su propio provecho.
La raza humana en bloque ha gastado demasiadas energías en
adorar y en someterse a dioses imaginarios olvidando el propio
perfeccionamiento.
Si todo el ingente
esfuerzo que hemos gastado en construir templos, en extender las
distintas doctrinas hasta los confines del mundo, en amordazar
nuestros instintos naturales, en hacer votos suicidas de
pobreza, castidad y obediencia, en escribir y estudiar volúmenes
acerca de virtudes, pecados, sacramentos, cielos e infiernos
quiméricos y en pelear contra los que no tenían una misma idea
de Dios, la raza humana en este momento de la historia estaría
mucho más evolucionada y no presentaría este cuadro desolador de
tristes hormigas peleándose locamente por migajas de pan.
Por eso este mundo se ha convertido en un valle de lágrimas.
Nuestros respectivos dioses nos han pedido cosas estúpidas y a
la larga han logrado enfrentarnos. En vez de lograr unirnos y
hacer que dirijamos nuestros esfuerzos hacia cosas que redunden
en nuestro bien, nos han separado y dividido en seguidores de
diferentes religiones y han puesto todas nuestras
potencialidades a su servicio, haciendo que nos olvidásemos de
nuestro propio progreso.
Pongámonos de pie de una vez y considerémonos adultos capaces de
realizar todo tipo de proezas no sólo en este mundo, sino en el
más allá en el que, por lógica, finalmente creo.
CAPÍTULO 2
LAS LLAMADAS AUTORIDADES
(partes)
EL PODER Y SUS PELIGROS
LOS SERES humanos hemos padecido un exceso de autoridad. Más
aun, hemos padecido de muy malas autoridades. Si la raza humana
hubiese sido bien dirigida y bien organizada, este planeta no
estaría en el lamentable estado en que se encuentra.
(...)
¿UNA REBELIÓN CONTRA LAS AUTORIDADES?
¿Por qué en un libro de la Nueva Era en donde a primera
vista debería tratarse más bien de puntos de vista positivos
para el futuro, tenemos que hablar de las autoridades políticas?
Porque la Nueva Era comienza ahora mismo, y ahora mismo las
autoridades políticas están condicionando nuestras vidas al
influir en ellas desde muchos puntos de vista. Con sus malas
decisiones y con el enorme manipuleo que ejercen a través de los
medios de comunicación, no nos dejan evolucionar hacia el
superhombre al que todos naturalmente debemos tender. Con sus
mentiras y sus adulaciones, por una parte, nos tienen atontados
atendiendo todos los días a sus polémicas y a sus jueguitos
dialécticos interminables, y por otra, nos malhumoran y nos
hacen perder la paz para que podamos reflexionar con la
tranquilidad y la profundidad que requiere el momento crucial de
la historia que estamos viviendo.
Ésta es la razón principal por la que debemos reevaluar a
nuestras autoridades. Hasta ahora mucha gente de buena voluntad
tenía fe en ellas y creída de lo que ellas decían y ordenaban
era bueno y sano. Pero a la luz de la historia no sólo reciente,
sino de todos los tiempos, tenemos que sacar la conclusión de
que los que mandan, por el mismo hecho de mandar, son muy
sospechosos de algún tipo de corrupción. Tal como vimos en
párrafos anteriores, el poder en sí es muy corruptor y por eso
tenemos que estar muy precavidos contra todo aquél que tenga
algo de poder, y más contra aquéllos que poseen una gran cuota
del mismo.
En cuanto a aquéllos que detentan todo el poder bajo una forma
absoluta, no sólo tenemos que sospechar de ellos, sino que
debemos tener la seguridad de que están completamente corruptos.
Ninguna persona honesta permite que todo el poder esté en sus
manos, pues con ello demuestra que se siente absolutamente
superior a sus conciudadanos. Podrá ser superior a muchos de
ellos individualmente considerados, pero no superior a toda la
sociedad.
¿Estoy predicando entonces una rebelión contra las autoridades?
En un cierto sentido, sí. Una rebelión no de armas, pero sí de
sentimiento y de pensamiento. Nos dirigen mal y hacen ir a la
sociedad por caminos equivocados; nos acomplejan, nos manipulan
y no nos dejan evolucionar; por lo tanto, tenemos que rebelarnos
contra ellas en lo que esté a nuestra mano.
LA REBELIÓN BÁSICA
Es cierto que no son demasiadas y, sobre todo, no muy
eficaces las cosas que podemos hacer contra el poder casi
absoluto que la autoridad tiene sobre nosotros. Sin embargo, sí
están a nuestro alcance ciertas armas cívicas que podemos
esgrimir contra él. Lástima que, debido a la enorme manipulación
a que la sociedad entera está sometida por los medios de
comunicación estatales, ayudados por la inconsciencia y la
avaricia de los que tienen el control de la radio, prensa y
televisión privados, la gran masa de los ciudadanos no caerá en
la cuenta de la enorme manipulación mental a que son sujetos, y
el reducido número de aquéllos que hayan caído en la cuenta no
se pondrán de acuerdo en resistirla y hacerle frente.
Pero la rebelión básica que tenemos que realizar es la interna.
Es la decisión firme de no dejarnos manipular por los "grandes"
de la sociedad, por los que dictan las pautas de lo que hay que
creer, de lo que hay que vestir, de lo que hay que leer. Debemos
estar internamente alertas contra los mil sutiles engaños y
tretas de los que tienen en su mano el poder de convencer o de
influir las mentes.
Tenemos que esforzarnos en el supremo deporte de pensar por
nosotros mismos y practicar la suprema virtud de actuar siempre
de acuerdo con lo que pensemos, por más que las dignísimas
autoridades nos digan lo contrario.
Como resumen de todo este capítulo podemos decir que el hombre y
la mujer de la Nueva Era estarán en el futuro mucho menos
supeditados a lo que digan los que hasta ahora han regido a la
sociedad. Porque la verdad es que la han regido muy mal y por
eso las cosas han llegado al desastroso estado en que están, por
más que los eternos optimistas nos acusen de negativos y no vean
tantos problemas como nosotros vemos.
Los hombres y mujeres de Acuario someterán mucho más a juicio
todas las decisiones de los superiores de la sociedad y no se
someterán a ellas borreguilmente. Y por lo menos tendrán
criterios propios en muchas cosas que hasta ahora hemos dejado a
los políticos o a las autoridades como si éstas se comunicasen
mediante un hilo directo con el Espíritu Santo.
CAPÍTULO 7
OTROS NIVELES DE REALIDAD
(partes)
OTROS TIPOS DE ENTIDADES
En cuanto a las manifestaciones de otras entidades que no
hayan sido nunca humanas, es mucho lo que se podría decir,
porque son muchas y muy variadas sus especies. Por otro lado, es
muy poco lo que en concreto se puede afirmar de cada una de
ellas, pero si estudiamos sin prejuicios sus muchas
manifestaciones a través de los siglos y en la actualidad,
podremos llegar a conclusiones que nos acerquen un poco más a la
realidad.
Lo primero que habrá que decir es que estas entidades son muy
variadas, pues mientras unas dan la impresión de ser
inteligencias enormemente desarrolladas y en un grado de
evolución muy superior al nuestro, otras parecen no superar
mucho la inteligencia de los animales superiores. Las primeras
actúan directamente sobre la mente, mientras que las segundas
actúan preferentemente a través de manifestaciones físicas.
Por otro lado, hoy ya podemos afirmar que, a medida que es mayor
el grado de evolución de estas inteligencias, es menor su
injerencia en las vidas de los humanos; y viceversa, las que más
intervienen son las menos evolucionadas.
Otra cosa que podemos afirmar es que, con mucha frecuencia, nos
tratan como nosotros tratamos a los niños o a los animales, y
ésa puede ser la razón para explicar lo mucho que "mienten" en
sus manifestaciones.
Además, hemos llegado a la conclusión de que la mayor parte de
ellas vienen a nosotros con la intención de sacar algo del ser
humano, aunque lo disimulan de muchas maneras. Lo que buscan en
el hombre es preferentemente la energía que producen nuestras
mentes, sobre todo bajo estados anímicos intensos o bajo
emociones fuertes. En el cosmos todo es energía, y nuestra mente
es capaz de producir unas sutilísimas energías que parece que
son muy del agrado de estas entidades superiores. Algunas de
ellas que no son tan superiores, se nutren de la raza humana y
de los animales de una manera mucho más material, tal como lo
describí ampliamente en mi libro "La amenaza extraterrestre".
Aunque todas estas ideas sean difíciles de admitir, están
respaldadas por una enorme cantidad de hechos que, por desgracia
y por prejuicios, son desconocidos por la mayor parte de los
intelectuales. Y aunque en párrafos anteriores dijimos que el
sentido común se resiste a admitir estas cosas, el mismo sentido
común nos dice que el hombre no puede ser la más perfecta e
inteligente de las criaturas del universo, porque esto dejaría
muy mal parado al dios creador y rebajaría mucho el nivel
general de inteligencia de todo el cosmos.
Los hijos de la Nueva Era, por un lado, estarán abiertos a todas
estas realidades, pero por otro, no caerán en las infantilidades
en que caen muchas personas que se acercan a todo este
complejísimo mundo espiritual a la ligera y como si fuese un
juego. La realidad es que es un juego muy peligroso en el que
muchos han perdido su salud mental y hasta la vida.
NUESTRA REACCIÓN ANTE ESTA EXTRAÑA REALIDAD
Lo primero que tendrá que hacer un hijo de la Nueva Era es
tomar conciencia de que tales mundos y tales entidades existen,
y de que la marcha de la historia ha estado y sigue estando
dominada por ellas. No así, por lo menos en el mismo grado, las
vidas privadas de la mayor parte de los humanos.
Lo segundo que deberá hacer es resistirse a ser manipulado por
los grandes líderes de la sociedad que, inconscientemente, están
dirigidos por estas entidades que son los verdaderos dueños del
mundo. De ahí la importancia de usar cada uno su propia
inteligencia y no seguir borreguilmente las pautas que nos
trazan los "grandes de este mundo".
Lo tercero será estar preparado para defenderse en el raro caso
de que su vida se vea amenazada por la presencia de alguna de
estas entidades. La mejor manera de defenderse es no entrar en
su terreno y tener uno sus propias ideas y personalidad; no
invocarlas bajo ningún concepto, tal como en la actualidad hacen
muchos ignorantes, que entran en sectas descabelladas en las que
se practican ritos de invocación; no desear su contacto y
resistirse mentalmente en caso de que se iniciase.
En la actualidad hay miles de personas que pecan por un exceso
de apertura mental. Están siendo engañadas por maestros
ignorantes para que busquen el contacto con "guías superiores",
en la falsa suposición de que todos estos guías son benéficos,
cuando en realidad no lo son, por lo menos en el grado que ellos
dicen serlo. Me refiero al llamado channeling o sintonización,
que tantos adeptos tiene en los Estados Unidos, y que tanto daño
les puede hacer al ponerlos total y voluntariamente al servicio
de unas entidades desconocidas. Lo menos que este channeling
genera es una dependencia que es esclavizante para el individuo.
Y aunque es cierto que reciben algunos beneficios al principio
(como pueden ser la apertura de mente y cierto tipo de
videncias), esta dependencia es a la larga perjudicial para el
humano que ingenuamente la ha buscado.
RELACIÓN CON LO RELIGIOSO Y EXTRATERRESTRE
Muchas de estas entidades se presentan bajo el disfraz de lo
religioso y, para mejor lograr sus fines, suelen respetar las
creencias de los humanos con los que entran en contacto. Hoy día
podemos asegurar con toda certeza, que todas las religiones,
sin
excepción, son disfraces de estas inteligencias para sintonizar
con las mentes y los sentimientos de los humanos.
Como ya he escrito sobre este mismo tema (Defendámonos de los
dioses, Israel pueblo-contacto, etcétera) aquí me limitaré a
decir que si estudiamos a fondo y sin prejuicios todas las
religiones, nos encontraremos con que además de hacer todas
hincapié en los buenos principios de fraternidad, amor, etcétera
-gancho necesario para atraer adeptos y no infundir sospechas-,
todas coinciden en el fondo en cosas que son muy extrañas e
intrigantes para la mente humana. Por ejemplo, todas coinciden
en demandar abundantemente sacrificios al ser humano y algunas
de ellas son enormemente crueles en sus exigencias, hasta el
grado de pedir la muerte no sólo de animales, sino de personas.
En el cristianismo
todo está sublimado, pero por otro lado nos encontramos con que
la llamada redención gira alrededor del sacrificio de un
hombre-dios que murió ajusticiado en una cruz. Y nos encontramos
con la demanda de dolor por todas partes, sin contar la
infinita
cantidad de muertos que los propios cristianos han causado en la
propagación y defensa de sus ideas.
A veces la manifestación de estos otros niveles de realidad no
tiene relación con lo religioso y sí con lo "extraterrestre",
formando entonces parte de lo que ha dado en llamarse "fenómeno
ovni", al que ya nos hemos referido anteriormente. Hoy día
continúa todavía la polémica en este particular, centrada en si
existe el fenómeno o no, cuando en realidad debería estar
centrada en cuáles son las intenciones de las entidades que
tripulan los misteriosos aparatos que vemos surcar los cielos.
La polémica subsiste después de tantos años, fundamentalmente
por tres razones: la primera, porque se trata de un tema
revolucionario y, para algunos, tan amedrentador que la mente
humana se resiste violentamente a admitirlo. En los
intelectuales se presenta una instintiva resistencia porque, de
admitirlo, tendrían probablemente que desechar muchas de las
teorías en las que está basada toda su ciencia y los principios
tradicionales por los que se han regido toda su vida.
En segundo lugar,
porque ha habido y sigue habiendo un gran interés por parte de
las altas autoridades que rigen el mundo, para que estas verdad
no se sepa. Las pequeñas autoridades locales no hacen más que
seguir las pautas que les dictan las grandes y por eso repiten
como loros las consignas y los métodos para callar todos los
rumores serios que se puedan levantar acerca del fenómeno.
Y en tercer lugar,
los mismos seres o inteligencias que están detrás de todo el
fenómeno, con su enorme poder sobre el psiquismo de los humanos,
hacen todo lo posible para que su estancia entre nosotros pase
inadvertida. De esto he sido yo testigo directo en varias
ocasiones y he podido comprobar los métodos drásticos que
utilizan, tanto ellos como sus inconscientes aliados humanos,
para acallar a los que pueden resultar testigos peligrosos.
Hay, en fin, otras entidades que no se manifiestan relacionadas
ni con lo religioso, ni con lo extraterrestre u ovnístico, ni
son por otro lado, restos de la personalidad de algún muerto. Ya
hemos dicho que los tipos de estas entidades son variadísimos,
mucho más variados que los de las razas humanas; y que las
desigualdades entre ellos son enormes, diferenciándose por lo
tanto en mucho sus maneras de actuar y de relacionarse con los
humanos.
CUALIDADES DE ESTAS ENTIDADES
He aquí otras verdades que con el tiempo hemos ido
aprendiendo acerca de estas entidades: muchas de ellas son
autóctonas del planeta y probablemente están aquí desde mucho
antes de que aparecieran las razas humanas que actualmente
pueblan la Tierra. Otras es posible que nos visiten desde
diferentes partes de nuestra galaxia, sin que para ello sean
obstáculo las enormes distancias que nos separan de sus planetas
de origen. Las razas humanas son producto de experiencias
genéticas hechas por ellos a lo largo del tiempo.
Estas experiencias
continúan haciéndolas en la actualidad, y de ello tenemos una
enorme cantidad de pruebas. (Ver La amenaza extraterrestre).
Todas las religiones sin excepción han sido impulsadas por
ellos, y para tal efecto se han valido de hombres a los que han
preparado especialmente para que puedan cumplir su misión. A
muchos de ellos les dieron poderes para realizar lo que en la
religión se llaman milagros.
Ciertos humanos tienen una especial relación con algunas de
estas entidades, que les ayudan a realizar cosas que otros
humanos no pueden realizar. Y por el contrario, hay humanos que
se ven molestados por algunos de estos seres sin saber por qué y
sin que sea fácil liberarse de su maléfica influencia.
Existen también muchos humanos que tienen fácil acceso a estos
niveles de realidad pudiendo alcanzar a contemplar algún plano
de estos extraños mundos. Pero estos videntes, sin dejar de ser
muchos, son menos de los que la gente cree, y tenemos que añadir
que muchos de los que se presentan como tales, o son unos ilusos
con alguna clase de psicopatía, o unos vividores que quieren
aprovecharse de la credulidad de los ingenuos. Muchos de los
auténticos sanadores o curanderos (por imposición de manos o
cualquier otra técnica) son personas que, consciente o
inconscientemente, tienen relación con alguna de estas entidades
que, a su vez, sacan de ellos algún provecho.
Por último, diremos que muchas de estas entidades que se
manifiestan a través de algunas personas, tienen un sentido del
humor bastante avieso, gustando de gastar bromas pesadas a las
personas con las que se relacionan, sobre todo si son ingenuas o
crédulas.
Cuando más se aparte uno de estas relaciones trascendentes y más
seamos nosotros mismos con ideas y personalidad propias, más
libres estaremos de los maleficios de estas entidades. Y como un
último consejo, jamás se deben aceptar sugerencias de ellos que
vayan claramente en contra de los intereses del humano.
CAPÍTULO 8
PAZ INTERNA Y EXTERNA
(partes)
LA PAZ ES UNA CONDICIÓN PARA EVOLUCIONAR
La paz interna es una conditio sine qua non para que el alma
evolucione. Sin ella no hay ascensión posible. Es cierto que con
las tribulaciones también se puede evolucionar, pero sólo cuando
la tribulación ha generado una paz previa. Porque la tribulación
y el dolor recibidos sin paz lo único que generan es
desesperación. Sin embargo, la paz no genera automáticamente la
elevación del alma. La paz es sólo una condición. Hacen falta
otros mecanismos y otros elementos para que se dé esta
evolución.
Cuando hablemos de la meditación veremos que sin paz la
meditación se hace mucho más difícil, si no imposible. La paz
genera un estado físico especial en el cerebro, y este estado
físico a su vez ayuda a generar paz.
En la historia humana jamás ha reinado una paz total. Las
guerras llenan la vida de las naciones y de la raza humana en
general. No sabemos vivir en paz unos con otros y ni siquiera
con nosotros mismos.
POR QUÉ NO TENEMOS PAZ
Y uno lógicamente se pregunta: ¿Cómo es esto posible? ¿Qué
es lo que hace que el ser humano no pueda vivir en paz ni
consigo mismo ni con los demás? La respuesta habrá que buscarla
en la psicología humana y, todavía más profundamente, en los que
desde las sombras manipulan la psique humana. Y aquí de nuevo
tenemos que recurrir a lo que dijimos en el capítulo anterior.
No en vano dijimos allí que aquel capítulo, por extraño que a
algunos les pareciese, era la clave para explicar la historia
humana y la vida misma. A muchas entidades les interesa que el
hombre no tenga paz, porque un hombre en paz consigo mismo es
mucho menos vulnerable a sus sugerencias y a sus intromisiones;
y además su cerebro, estando en ese estado pacífico, no genera
las ondas que a ellos más les interesan.
Cuando un hombre está en paz, está cerrado en sí mismo y es como
una fortaleza. No se le puede penetrar fácilmente porque todas
sus energías van hacia adentro. Además, cuando su cerebro está
en paz, produce unas ondas que lo hacen aún más fuerte e
invulnerable. Son las
ondas alfa que generan el tan nombrado
"estado alfa", que si bien no tiene todas las cualidades que
algunos le atribuyen es, sin embargo, una condición
indispensable para que la gente genere otras ondas de una
altísima frecuencia que son todopoderosas y que participan de la
inteligencia inconsciente del individuo conectándose al mismo
tiempo con la sabiduría del cosmos. Estas ondas tienen el poder
de sanar a otros y de autocurar al que las produce, y son la
clave para explicar buena parte de las curaciones paranormales.
La evolución a la que nos hemos referido en varias ocasiones y
que tanto tiene que ver con la paz del alma, es el fin o el
propósito de la vida humana en este planeta.
CAPÍTULO 9
REEVALUACIÓN DE LA RELIGIÓN
(partes)
DIFICULTAD PARA ENJUICIARLA
Pensar desapasionadamente sobre la religión propia es muy
difícil. Sobre todo para aquéllos que han vivido su fe desde la
niñez, pues aparte de las raíces que ella echa en el alma, todo
lo que hemos creído y practicado desde la niñez se aferra
tenazmente al fondo de nuestra psique y obnubila a la mente para
evitar que vea cualquier cosa que aquellas creencias puedan
tener de negativo. Por eso le pedimos al lector que haga un
esfuerzo por dejar de lado todos sus prejuicios y le eche un
vistazo desapasionado a ciertos aspectos de su propia religión.
Fijémonos primeramente en los resultados de todas las
religiones. Las creencias religiosas abren un poco la mente en
relación a ciertas verdades, pero la cierran con relación a
otras que no están de acuerdo con esas creencias. En pocas
palabras, hace fanáticos. Curiosamente fanático significa "el
que va al templo" (en latín fanum = templo), contrariamente a
profano (el que se queda fuera del templo).
Algunos de estos fanáticos viven sus creencias con tal rigor que
se convierten en santos. De ellos, los que van por el camino del
amor, son todavía aceptables, pero los que van por la vía del
rigor pueden llegar a ser monstruosos. Por ejemplo Santo Domingo
de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, más conocidos
como dominicos, que organizó por toda Europa la inquisición y
que fue el responsable de la muerte de miles de "pobres"
brujas.
Este fenómeno de producir fanáticos es común en todas las
religiones, aunque en unas es más virulento que en otras. Las
víctimas mortales que este fanatismo religioso ha generado en el
mundo entero a lo largo de los siglos y en todas las religiones
son innumerables. Esto no deja de ser muy extraño para unas
instituciones que comienzan siempre hablando del amor a nuestros
semejantes.
LAS RELIGIONES SEPARAN
Otro resultado de las religiones es el aislamiento en que
sumen a sus fieles. La raza humana está dividida en muchas
fracciones, algunas de ellas completamente aisladas del resto,
debido únicamente a las religiones.
En algunas sectas se llega
incluso a prohibir el trato con gente de otras creencias. Y para
encontrar ejemplos de esto no tenemos que ir a Mongolia, a la
India o a Manchuria, donde habitan pueblos y castas
completamente aislados por su religión, sino que nos bastará con
asomarnos a nuestra Biblia en donde encontramos a un Yahvé
prohibiéndole a su "pueblo escogido" relacionarse con los
amorreos y cananeos pecadores. Y no sólo eso, sino que además
les ordenaba que no se mostrasen nada benévolos con ellos y aun
que los exterminasen sin perdonar siquiera a los lactantes.
Y no nos olvidemos de que ese mismo Yahvé era y sigue siendo el
dios del cristianismo.
El aislamiento y la separación que la religión produce lo
podemos ver en nosotros mismos. Ante un marroquí o un tunecino
de religión musulmana nos sentimos como diferentes. Hay algo
profundo que nos separa de ellos, no importa lo amables o
correctos que puedan ser. Nos parece que allá en el fondo no
tenemos nada que ver con ellos y pensamos que están radicalmente
equivocados. Y la realidad es que hay cerca de mil millones de
personas que en religión piensan fundamentalmente igual que
ellos y de las que lógicamente también nos sentimos
distanciados.
LA RELIGIÓN LLENA EL ALMA DE TABÚES
Otro resultado de las religiones es que tranquilizan el alma
con la promesa que hacen de un más allá feliz, pero por otro
lado la llenan de miedo con amenazas de castigos eternos y
terribles si no se cumplen en esta vida determinados
mandamientos. Esto tiene más peso en el alma de muchos
cristianos que las promesas de un más allá feliz y por eso
muchos fieles se han pasado la vida con temor a la muerte y a lo
que les pueda suceder después de ella.
En la Edad Media los monasterios y conventos se llenaban de
gentes que renunciaban a vivir como personas normales, aterradas
por las predicciones de unos frailes fanáticos que hacían mucho
más hincapié en los castigos que en las recompensas, y que se
regodeaban en presentar a un dios terrible y vengativo. Al fin y
al cabo, no hacían más que predicar al Yahvé del Antiguo
Testamento. En los monasterios y cenobios se aislaban no sólo de
la sociedad, sino hasta de sus propias familias. Las palabras
del fundador del cristianismo, difundidas con todo rigor por sus
predicadores, resonaban en sus oídos:
"El que quiera venir en
pos de mí, que deje a su padre y a su madre..."
San Francisco Javier, uno de los santos eminentes de la iglesia,
cuando estaba ya destinado a las Indias Orientales, de las que
no volvería, pasó por Navarra cerca de donde estaba su madre y
no fue a verla porque pensó que con ello agradaba más a Dios.
¡Bárbara manera de concebir la religión! Y si así piensa un
"santo", que es un guía en el camino de Dios, qué les espera a
los pobres creyentes que sigan sus enseñanzas?
En resumen, las religiones, aunque comienzan hablando de amor,
desunen, aíslan, y llenan el alma de miedos y
complejos, cierran
las mentes y no permiten al ser humano disfrutar de muchas cosas
buenas que hay en el mundo.
Según la doctrina
cristiana tradicional, las mejores cosas de la vida son pecado,
y en todas las religiones vemos cómo el sacrificio, la renuncia,
la mortificación de los sentidos, la penitencia, los
votos, la
muerte para el mundo y hasta los tormentos son moneda común para
agradar a Dios. Es cierto que al que está atribulado lo
consuelan con promesas para el más allá, pero no lo ayudan a
vencer la causa de su desconsuelo ni le dan una visión optimista
de esta vida. Como no tienen nada que dar acá, centran todas sus
prédicas en el más allá. Pero el más allá comienza en esta
vida.
LA RELIGIÓN COMO ESTRATEGIA DE LAS ENTIDADES
Y ahora diremos algo fundamental acerca de las religiones,
que entronca con lo que vimos en el capítulo de los otros
niveles de realidad. Es algo que explica todo el misterio de
ellas y su razón de ser y que, aunque sea difícil de admitir, es
sin embargo la clave para explicar lo extraño del fenómeno
religioso en todas las culturas de todas las épocas y de todas
las latitudes.
La religión no es tanto hechura de los hombres cuanto imposición
de los "señores del mundo", es decir, de aquellas entidades a
las que nos referíamos en el capítulo anterior, cuando
hablábamos de seres inteligentes no humanos que nos dirigen
desde las sombras. Las religiones son una formidable estrategia
que ellos usan para tres cosas:
1) Para mantenernos desunidos de
modo que no progresemos y usemos toda nuestra energía en
disputar entre nosotros
2) Para que nos hagamos la guerra de la
cual algunos de ellos sacan gran beneficio
3) Para sintonizar
nuestras mentes, enfocarlas hacia una idea y mantenerlas
expectantes, porque a la mayor parte de ellos les interesan
mucho las ondas que en ese estado de ánimo producen nuestros
cerebros
De esto ya he escrito largamente en
Defendámonos de
los dioses y por ello no quiero extenderme aquí.
El viejo lema "divide y vencerás" tiene una perfecta aplicación
en esta estrategia. Nadie puede negar que las religiones, a lo
largo de la historia, han sido la principal fuente de guerras y
discordias. Predican el amor (a los que piensan como ellos)
hacen la guerra (a los no creyentes). Esta es una paradoja que
tiene que hacer reflexionar a cualquier persona pensante.
Si la humanidad hubiese gastado tanta energía en mejorar sus
instituciones y en progresar, como ha gastado en hacer templos y
en guerrear por la fe, hoy la raza humana no estaría en el
estado lastimoso en que se encuentra.
REPENSAR LAS CREENCIAS
En esta reevaluación de la religión los hijos de la Nueva
Era tendrán que repensar a fondo sus creencias y descubrir sus
profundas contradicciones. Algunas de ellas las acabamos de
señalar, pero quedan todavía muchas otras que el lector tiene
que descubrir por sí mismo. Deberá comparar su fe con otras
diferentes para ver cómo coinciden en cosas absurdas y cómo por
el contrario se contradicen en cosas básicas. Coinciden, por
ejemplo, en la exigencia del dolor, en la personificación de la
divinidad, en la humanización de Dios, en la virginidad de la
madre del hombre-dios, en su "segunda venida", en hacer de los
sacrificios de sangre el centro de la religión, etcétera.
Y en cambio, son
contradictorias en cuanto a sus mandamientos concretos y ritos.
Ante un cuadro así, uno deduce que no todas pueden ser
verdaderas y una sola tampoco, porque esto diría muy poco de la
equidad, justicia y providencia de Dios. Un hijo de la Nueva Era
tendrá que repensar en particular el más allá que predica el
cristianismo, con su resurrección de la carne, sus
infiernos
eternos y visiones beatíficas en las que no estará la mayor
parte de la humanidad que no ha creído ni obrado conforme a las
enseñanzas de Cristo. ¿En qué cabeza caben tantos disparates?
Por lo tanto, un hijo de la Nueva Era tiene que tener el valor
de destetarse de semejantes enseñanzas y perder el miedo a
pensar libremente acerca del más allá.
La religión trata a sus fieles como niños que no tienen
inteligencia y, en este particular, el catolicismo ha sido el
ejemplo perfecto del padre sobreprotector que, a fuerza de
defender a su hijo de peligros, lo convierte en un tarado que no
puede valerse ni pensar por sí mismo. Las autoridades
eclesiásticas prohibieron prácticamente pensar sobre los
misterios de la fe. Había que limitarse a oír y a creer lo que a
uno le decían. Por eso muy lógicamente prohibieron leer La
Biblia, porque su lectura es capaz de quitarle la fe a cualquier
persona que reflexione un poco sobre todos los disparates que
contiene.
Se puede asegurar con toda certeza que las creencias de
cualquier religión son un insulto a la inteligencia humana. Lo
malo es que hay muy pocos aún entre las personas cultas con
valentía para hacer un examen crítico detallado de todas sus
creencias.
LOS MANDAMIENTOS DE LA NUEVA ERA
Entonces, ¿qué religión practicaremos? Si por religión se
entiende un conjunto de creencias "reveladas" que nos sirven
para alcanzar la salvación y librarnos de un castigo eterno, la
contestación es: ¡ninguna!
Puede ser que en otras épocas las religiones les hiciesen falta
a hombres que no sabían por qué retumbaban los truenos o por qué
el sol salía todas las mañanas. Aunque muy lejos de pensar que
ya lo sepamos todo creo, sin embargo, que hoy día ya hemos
madurado lo suficiente como para no necesitar esas andaderas.
La única religión que estará siempre vigente será la del amor y
la justicia, dándole a cada uno lo que le corresponde,
respetando el derecho de los demás y teniendo el corazón abierto
y generoso para todo y para todos. Todo lo demás son adornos
inútiles e instrumentos de manipulación. Debemos impulsar un
amor y una justicia que no estén administrados por nadie que se
diga representante de Dios. Todos somos representantes de Dios.
¿Se van a perder entonces todos los valores? Falso. Conozco a
gente que no practica ninguna religión y son excelentes
personas, y conozco cristianos con todas las de la ley muy
fanáticos y muy injustos, con los que no quisiera encontrarme ni
en el reino de los cielos.