Edgar Cayce habló
de las manchas solares desde un punto de vista espiritual, al igual
que enfocaba toda la consecuencia sobre el ser humano. Y, basándose
en una sabiduría universal a la que tenía acceso interpretando los
registros akáshicos, tenía en cuenta las numerosas situaciones y las
diferentes fases de la experiencia de los hombres en la Tierra.
Según manifiesta Edgar Cayce en su lectura 5757-1, que todos
podrán consultar, hay muchos soles en el universo y uno de ellos es
el nuestro. A su alrededor gira nuestra Tierra y ambos se mueven
hacia algún lugar del espacio, pudiendo parecer, de este modo, que
el espacio y el tiempo no tienen fin.
Pero, espacio y tiempo no son sino uno. Incluso el Sol,
que es el centro de nuestro sistema solar, es el centro de nuestro
espacio; y como ya dijeron en la antigüedad, a su alrededor la
Tierra y sus compañeros los planetas circulan y giran.
En la antigüedad, ya se comenzó a comprender los planetas y sus
influencias en la vida de los hombres, aunque lógicamente sin los
medios de observación que hoy se consideran necesarios para su
estudio.
Hoy en día, la astronomía se considera una ciencia y la astrología una
tontería. ¿Quién está en lo cierto? Esta opinión se mantiene porque
la posición de la Tierra, del Sol y de los planetas hace balancear a
unos sobre los otros de alguna u otra manera; aunque parezca que no
tienen nada que ver en la vida del hombre, en la expansión de
nuestra vida o en nuestras emociones.
Entonces, ¿cómo y por qué los efectos del Sol influyen tanto en la
vida en la Tierra, en la vida vegetal y mineral? Por tanto, si
no tuvieran ninguna influencia el Sol ni los planetas, ¿por qué los
antiguos veneraban al Sol como el representante de un continuo
beneficio y de una benéfica influencia sobre la vida de los hombres
en la Tierra?
Edgar Cayce continúa diciendo que debemos recordar que el Sol,
la Luna y los planetas tienen unas órdenes de movimiento de la
Divinidad y gracias a esas órdenes los planetas se mueven.
Únicamente el hombre recibe un derecho de nacimiento que es el de
libre voluntad. Incluso que lo utiliza para desafiar a su Dios. Sin
duda alguna, muchos de nosotros hemos puesto eso en duda, (y aquí
está la clave espiritual que explica las manchas solares) sabiendo
que la desobediencia en la Tierra se refleja en los cuerpos celestes
y, a la vez, en las influencias que activan las órdenes de Dios.
¿Por qué? Según Cayce, porque como almas e hijos de Dios, Le
desafiamos.
El Sol se hizo para derramar luz y calor sobre los hijos de Dios en la
Tierra, y ni más ni menos que de esa misma composición es de lo que
estamos hechos, o lo que se llama tierra que, como sabemos, tiene
materia sólida, líquido y vapor.
¿Para qué son todos estos elementos uno en sus diferentes etapas de
conciencia o de actividad? Aunque estas etapas se conviertan en un
desafío a esa luz que se le ordenó examinar para mostrar en adelante
la gloria de Dios, Su belleza, Su gracia, Su esperanza, Su
paciencia, ¿no nos planteamos, entonces, que se reflejen sobre la
cara del Sol esas confusiones y conflictos que han sido y son
nuestros errores, nuestros pecados?
¿De dónde viene esto? ¿Cómo afectan estas manchas a los hombres? ¿Cómo
nos afectan el enfado, los celos, el odio, como hijos de Dios? Si
somos creadores de todo eso, por la ley de atracción querremos lo
mismo. Si somos los recipientes de todo eso cuando provenga de los
demás, de nuestros hermanos, ¿cómo nos afecta eso? Mucho más que esa
mera confusión que se produce en la Tierra en forma de una mancha
solar. ¿Qué es lo que provoca la interrupción de la comunicación de
toda índole entre los hombres?
No tenemos más que recordar la historia, o la alegoría de la
Torre de Babel. Las emociones se convierten luego en
influencias que mostrarán al hombre su pequeñez ante cualquier odio,
injusticia o lo que suponga una mentira. La honestidad con nosotros
mismos debe imperar a la hora de pedir al gobernante de nuestra
Tierra - el Sol - que escuche la voz de lo que creó, nuestra voz, y
que dé una luz indulgente a la forma en que actuamos.
Porque el Sol brilla para todos, los justos y también los injustos, e
incluso, a menudo, se refleja en lo que nos ocurre en nuestra
relación a través de él. Cuanto más cuidado pongamos en nuestras
relaciones con el universo y con esas influencias que controlan esos
impulsos destructivos, mayor será la habilidad para confiar en
nuestra fuerza interna de Dios - pero todavía mayor será nuestra
responsabilidad con nuestro prójimo.
Porque lo que hacemos al prójimo, se lo hacemos al Creador - incluso
también al Sol que refleja esas confusiones que surgen de entre
nosotros en la forma de terremotos, guerras y odios, incluso en las
influencias en la vida de cada día.
Por lo tanto, ¿qué son las manchas solares? La consecuencia natural de
ese desorden que nosotros como hijos del cosmos, como hijos de Dios
en la Tierra, reflejamos sobre El.
No debemos permitir que nuestros corazones se alteren, sino que
pongamos nuestra fe en Dios. Actuemos así con los demás. El nos dio
la mente, el cuerpo, la tierra donde vivir. Puso el Sol, la Luna,
las plantas y las estrellas a nuestro alrededor para que las
recordemos. Ahora que lo sabemos y lo hemos comprendido, ¿somos
capaces de darnos cuenta de ello?
Debemos tener presente que la mente es la constructora. ¿Bajo qué cosa
aparece el alma? ¿Como una mancha, un borrón en el Sol? ¿Hemos
creado esperanza, paz, armonía en nuestras relaciones con los demás?
Solamente cuando las manchas solares causan confusión, es entonces
cuando aparecen nuestro miedo y nuestra cobardía, acordándonos de
Santa Bárbara sólo cuando truena.
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