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EgiptoOculto Website
Este informe aparece en
la obra de W.M. Flinders Petrie, "Pyramids and Temples of Gizeh",
y
trata sobre la utilización de antiguas herramientas por parte de los
canteros y artesanos egipcios. Las conclusiones a las que llegó B. Baker después de exhaustivos análisis y ensayos sobre el terreno
fueron rotundas y sorprendentes, pudiéndose deducir de todo ello
afirmaciones como la siguiente: "...si un ingeniero moderno fuera
capaz de reproducir la herramienta antigua no solamente se haría
millonario, sino que revolucionaría la industria moderna...".
¿Cuáles fueron las razones para que B. Baker llegara a esta
increíble afirmación?.
Entre varios de los
datos técnicos aportados por Petrie, se podía ver el de un trépano
realizado sobre un bloque de granito con un diámetro de 5,6
centímetros, y en el que se apreciaba en su interior un surco en
espiral de cinco vueltas, con una diferencia de una a otra de 2,3
milímetros, lo que viene a significar casi un metro de avance en un
sólo intento de perforación. En el caso de los bloques de la Gran
Pirámide, las cifras también eran desconcertantes, pues se apreciaba
que en cada vuelta el trépano se introducía 2,5 milímetros en la
roca de granito rojo, un dato inexplicable si tenemos en cuenta que
con nuestra más moderna tecnología, los trépanos de diamante
sintético solo logran un avance de 0,05 milímetros por vuelta,
exactamente cincuenta veces menos que los supuestamente primitivos y
rudimentarios trépanos egipcios.
Nuestros más modernos materiales de penetración de máxima dureza según la escala de Mohs alcanzan el nivel 11 sobre 10, que es el que posee el diamante, una piedra que los egipcios desconocían. Estos materiales de nivel 11, como son el diamante negro y el borazón, quedan muy lejos de conseguir los logros alcanzados por las antiguas herramientas egipcias.
Atendiendo a la escala de Mohs, que establece un nivel del 1 al 10 en la dureza de los materiales, a B. Baker después de aplicar una simple regla de tres, no le quedó más remedio a la vista de las irrefutables pruebas y evidencias que permanecen aún hasta el día de hoy , el asegurar que el material empleado por las herramientas perforadoras de los antiguos egipcios tendrían que tener como mínimo una dureza de nivel 500. Un auténtico contrasentido si tenemos en cuenta el nivel 11, que es el máximo alcanzado por la tecnología del Siglo XX a partir de elementos sintéticos, y un nivel 10 que es también el máximo que se puede encontrar en la naturaleza.
Dentro de las conclusiones finales que aportaba el Informe Baker, destaca la siguiente:
Es bien conocida por la egiptología la realización de perforaciones
en roca, a base de hacer girar muy laboriosamente materiales
abrasivos como la arena, introducidos en un cilindro de cobre y
colocado sobre una vara de madera, aplicada posteriormente sobre la
superficie de la roca y de forma continuada por varios relevos de
operarios. Esta labor repetida insistentemente de hacer girar la
vara de madera, formaba un tarugo de piedra en el interior del
cilindro de cobre, que era extraído a golpes seguidamente con un
cincel de cobre y una maza de madera. La operación llevaba mucho
tiempo y esfuerzo, e iba siempre en proporción con la dureza de la
roca a perforar, pudiéndose emplear docenas de horas, y no menos
cilindros de cobre para tal tarea. Y es en este dato, donde se
escudan nuestros arqueólogos para explicar la consecución de los
trépanos a los que nos hemos referido con anterioridad.
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