por
Dr. Jorge Iván Carvajal P.
1997
Introducción
El término bioenergética ha incluido la aplicación de las leyes de
la termodinámica a los organismos vivos, la expresión de la vida
emocional en el cuerpo físico y el análisis de procesos
fisicoquímicos, emocionales y mentales como un campo integrado de
actividad vital. El de la bioenergética es un término tan incluyente
en su contexto presente que, forzosamente, se presta a confusiones y
discusiones que son inherentes a la vastedad misma de sus propuestas.
Como disciplina abarca, por tanto, mucho más que aquello que
podríamos considerar dentro del marco conceptual de la medicina
moderna; su práctica se da en el proceso de un movimiento hacia la
síntesis de las culturas humanas en el seno de una nueva cultura, en
que las expresiones culturales particulares, antes que desaparecer,
se reafirman en el seno de una gran cultura que les da su plena
significación.
Así como un órgano solo puede tener un significado y
una función en el seno de un organismo mayor, todos los sistemas
médicos, que como estrategias de supervivencia han desarrollado las
diferentes culturas humanas, son sistemas de salud complementarios
cuando se ven desde la perspectiva global del proceso de
humanización. En éste contexto de síntesis nace la BIOENERGÉTICA que
es, en mi opinión, un verdadero paradigma transcultural de
integración.
Allí, en la Bioenergética, medicina moderna y medicina tradicional,
tecnologías médicas y cosmovisiones encuentran un cauce operativo
que da coherencia y vigencia práctica a muchas disciplinas que hasta
ahora han sido consideradas como manifestaciones separadas. La
Bioenergética es un puente tendido entre la modernidad y la
tradición, entre la tecnología y el arte terapéutico, entre la
ciencia y la filosofía. La Bioenergética es, más que una nueva
tecnología terapéutica, una nueva actitud hacia la vida, en un
universo donde la síntesis es posible gracias al reconocimiento de
la diversidad - el universo es la unidad de lo diverso. En este
marco, la Bioenergética reafirma que lo más importante en el mundo
es nuestra participación en él.
De ese universo, en esencia participativo, nace una propuesta
diferente de relación médico - paciente; una concepción de relación
dinámica en el dipolo salud - enfermedad; una consideración de los
procesos de la mente, y la misma consciencia, como pilares de las
nuevas relaciones del hombre consigo mismo y con su entorno.
Bioenergética y Medicina
Podemos considerar que hasta el advenimiento del método científico,
toda la medicina puede ser considerada como tradicional. A partir de
entonces, y con la adopción del método newtoniano - cartesiano como
código de lectura del Universo, la corriente de la medicina
científica o moderna con sus portentosos avances, conquista el
status de paradigma dominante en la cultura occidental. Así, dos
grandes corrientes se insinúan socialmente para la medicina del
hombre:
-
por un lado el conjunto de las grandes medicinas
tradicionales del mundo
-
y por el otro, la corriente de la medicina
moderna
Esta asume el status de medicina oficial en el mundo
occidental, y considera a su vez cualquier sistema médico, que no
parta de lo científico en su esencia, como un sistema marginal,
alternativo, o en el mejor de los casos, paralelo. El curso de la
misma investigación científica demuestra, en el marco de la medicina
globalmente considerada, que los diferentes abordajes de la salud
del hombre, más que métodos paralelos o alternos, son procedimientos
complementarios que abarcan diferentes armónicas de la misma nota
fundamental del proceso evolutivo: la vida.
De esta nota fundamental, la vida, que a la luz de la misma física
moderna, se han ocupado las ciencias biológicas, enfatizando en el
carácter de esta como organización energética con un propósito
evolutivo, proponemos el antiguo nombre de Bioenergética, ya acuñado
por Lowen, como una denominación que enfatiza para la vida el
aspecto energía que la caracteriza y determina.
Podemos considerar que el descubrimiento más importante de la física
ha sido el concepto y la realidad del campo, que nos ha llevado a
una desmaterialización progresiva de nuestra visión del mundo. En
esta visión del campo, de las partículas, pasamos a las cargas, y de
ambas, al concepto de un campo de relaciones probables, que a su vez
determinan el comportamiento de cargas y partículas. En el vacío
aparente entre partículas, un campo de relaciones establece la
inteligencia del sistema, y hace de la misma materia una modalidad
de expresión particular de un campo de energía. De otro lado, la
energía pierde aún más su materialidad cuando la representamos en
códigos de información. Campos continuos de materia, energía e
información representan el campo unificado de la vida. En la materia,
la energía se condensa y se hace aparente al lente de los
instrumentos de percepción como los órganos de los sentidos; en la
información la energía se diluye a la esencia de símbolos con valor
de comunicación en el marco de un lenguaje.
Pero todos los campos son representación del mismo elemento esencial:
la energía. Antiguas cosmovisiones sostienen que no hay nada más que
energía, manifestada en diferentes dimensiones u octavas vibratorias.
De la interacción entre los diferentes campos de energía
simultáneamente presentes en un organismo, nace esa expresión
metabólica, fisiológica, emocional o mental que puede caracterizarlo.
Una interacción armónica o coherente es producto de la comunicación
fluida entre sus diferentes componentes. La interrupción en las
comunicaciones o resonancia entre las diferentes expresiones del
campo vital, por diferentes causas, origina el estado de desarmonía
transitoria que llamamos enfermedad. Es de este tipo de procesos de
flujo de energía - materia, energía, información - de los cuales se
ocupa la Bioenergética.
Si asimilamos el término vida al de energía, podemos decir que al
ocuparse de la energía en el seno de la vida, la Bioenergética se
ocupa de esa vida global que fluye en cada una de sus expresiones
particulares. El término vida ha de ser comprendido en una escala
más amplia que la clásica escala de las ciencias biológicas, si
queremos dar respuesta a algunos interrogantes comunes a ciencias
físicas, biológicas y humanas, que en nuestro contexto histórico
demandan respuestas globales. Más aún, términos como vida, cerebro,
consciencia, mente, espíritu, más que nuevas definiciones, nos
plantean su ubicación relativa en un lenguaje evolutivo más amplio.
Cada vez los límites para el concepto vida, en la acepción
restringida de la Biología, se hacen más borrosos, y en el seno
mismo de la materia, el átomo, las moléculas, el electrón,
encontramos manifestaciones de formas de conciencia que creíamos un
patrimonio de la vida orgánica. Desde la memoria del átomo, hasta
los campos no energéticos de morfogénesis biológica, plantean, al
científico de mente abierta, interrogantes sin respuesta en el seno
de los paradigmas vigentes; entendiendo paradigma en el sentido que
le da Kuhn, como un conjunto de verdades relativas aceptadas por la
ciencia oficial en un momento histórico.
Fenómenos como el influjo incontestable de la mente y su instrumento,
el pensamiento sobre la multitud de parámetros biológicos, no han
encontrado aún una explicación en el marco de las ciencias
biológicas. Otro tanto podemos decir de las emociones, cuyo status
es confundido con el de la mente, y que, aparte la consideración
aislada de los sicólogos, no ha recibido la atención que le
corresponde en el seno de la práctica médica. La disociación entre
el sustrato mecánico y las disciplinas que abordan el comportamiento
humano, es producto de la antigua forma dualista de pensamiento, en
la que Psique y Soma funcionan como dos instancias que se pueden
abordar separadamente en el hombre. La necesidad de un modo de
pensar integrado, que restaure la unidad de lo disociado en pequeñas
parcelas, es uno de los grandes motores del desarrollo de la
Bioenergética en los albores del tercer milenio.
Hasta el presente, la medicina se ha ocupado, básicamente, del campo
de la materia; su campo de referencia va de los microsistemas
orgánicos hasta la biología molecular, banda en la que se
desenvuelve la corriente principal de la medicina moderna. La
biofísica solo se insinúa teóricamente en el campo médico y sus
aplicaciones se reducen a unos cuantos procedimientos especializados.
Hemos pasado de un paradigma mecánico, en el que predominó la visión
de un cuerpo equivalente a una máquina eficiente, hacia un paradigma
químico, en el que se desconocieron las propuestas de interacciones
energéticas como la electroterapia y la magnetoterapia y fueron
tomadas como idealistas. La presencia de una supuesta energía
biológica quedó enterrada como resultado del éxito predictivo y
operativo del nuevo modelo aún oficialmente dominante. De la máquina
del cuerpo se pasó al río de las moléculas, y la medicina empieza a
conquistar, apenas, el campo de la biología molecular.
El universo
cuántico relativista de la inseparabilidad, es un mundo sin vigencia
y sin sentido, aún para la mayoría de los biólogos de hoy. Las
ciencias de la vida siguen ancladas a los paradigmas revaluados
desde comienzos del siglo XX, y se pretenden aplicar ciegamente a
los principios que, como el de la entropía, rigen para sistemas
físicos cerrados, a sistemas abiertos como el de la vida.
Procedimientos como el de la imposición de manos, la sanación, la
oración, y efectos como las remisiones espontáneas de cáncer, la
supervivencia extraordinaria de muchos pacientes con SIDA, son
fenómenos sin explicación lógica a la luz de la ciencia convencional.
Ante tal situación surge un interrogante:
¿Existen o no elementos,
en la investigación científica actual, que nos aproximen a un nuevo
paradigma que haga del modelo actual una verdad relativa en el seno
de una verdad más incluyente, en el que los hechos clínicos
inexplicados puedan tener una respuesta satisfactoria?
Dos interrogantes derivan a su vez del anterior:
¿Cuáles son las paradojas - los rompecabezas - sin explicación a la
luz del paradigma dominante?
¿Existen en la corriente de la ciencia actual, observaciones que nos
permitan reconocer que el nuevo paradigma se insinúa?
Para un sistema médico en crisis, con una disociación cada vez mayor
entre los avances tecnológicos y su accesibilidad económica, nos
tenemos que plantear que el paradigma mismo de la prestación actual
de los servicios de salud es insuficiente para satisfacer la
demanda. Una conjunción de los mejores métodos y tecnologías
vigentes, deberá estar a la orden del día para satisfacer los
cambiantes requerimientos de la nueva humanidad.
Al margen de estas preguntas fundamentales, nos podríamos cuestionar
sí:
La estructura del nuevo paradigma reconocería el método
científico como el único método confiable de conocimiento? Y ¿Si la
ciencia pudiera seguir siendo considerada, como lo es hoy, como
patrón de medida y evaluación de la actividad humana?
Para ampliar el primer cuestionamiento, bástenos considerar la
posibilidad de regresiones espontáneas e incomprendidas de
enfermedades de curso biológico fatal, el cada vez mayor número de
interacciones mente cuerpo, la modificación de factores de riesgo
frente a determinados tipos de enfermedad con una acción sobre los
patrones conductuales que caracterizan la personalidad, y la acción
fisiológica y terapéutica de estados mentales como la hipnosis, la
sugestión, la meditación y la imaginería. Todos estos hechos apuntan
hacia la elaboración de una propuesta participativa y de autogestión
como fundamento de un nuevo modelo en el campo de la salud.
Para introducir la respuesta al segundo interrogante, no sobra decir
que eminentes físicos como Roger Penrose, al plantearse la necesidad
de una nueva física para explicar el fenómeno de la mente, se
plantea que a su vez esta nueva física puede muy bien depender de
nuestra concepción de la mente. La física que buscó el campo
unificado desde el macrouniverso de la astrofísica y los
agujeros
negros hasta el microuniverso de las partículas subatómicas, lo
busca hoy, según el mismo Penrose, mucho más cerca de nosotros, al
interior del cerebro, donde el sustrato cuántico de la conciencia
parece estar constituido por los microtúbulos neuronales. No estamos
lejos, hoy en física, de la aserción de los rishis, antiguos sabios
hindúes que asimilaban el campo unificado a la conciencia.
Dar respuesta a paradojas neurológicas como la relativa preservación
de la memoria después de grandes lesiones cerebrales, y la
transferencia de la información entre diferentes partes del cerebro,
supone un trabajo transdisciplinario que, rebasando el marco de lo
biológico, incursione en los campos de la nueva física y de la
filosofía tal como lo propone Karl Pribram en su modelo holográfico
del funcionamiento cerebral. Comprender la transferencia de
información intercelular supone una apertura a la biología de la
luz, donde biología, física y cibernética se confunden en una sola
disciplina de estudio de la comunicación biológica como lo propone,
estudiando los biofotones, el físico alemán Fritz Albert Popp.
Además de los sistemas de conducción de señales, clásicamente
descritos en biología, otros sistemas de conducción que involucran
el procesamiento de señales electromagnéticas, se empiezan a
postular para los organismos vivos.
Sistemas, que antes fueron reconocidos solo como estructuras de
separación o relleno, adquieren hoy, como resultado de los avances
de la investigación biológica, una nueva dimensión como estructuras
de emisión recepción e integración de señales. Tal es el caso del
tejido o líquido extracelular, reconocido por el equipo de
fisiología de la Universidad de Viena como un sistema ubiquitario de
transmisión de señales biológicas. La misma piel es considerada ya,
literalmente, como un cerebro periférico.
Todas estas respuestas iniciales a antiguos vacíos en el campo de la
biología, nos permiten confiar en que es posible comprender de una
manera integrada los postulados de la ciencia médica actual y las
aserciones de antiguas concepciones médicas. No es posible, por
ejemplo, una práctica bioenergética, sin una comprensión de la
fisiopatogenia energética de la medicina china, integrada a los
postulados de la moderna neurociencia. La teoría del láser y los
hologramas son necesarias a la comprensión de las
somatotopías
reflejas, mapas de representación de todo el organismo en un
microsistema como los descritos en el ámbito auricular, podal y
plantar. Estas representaciones se sustentan hoy en la neurología,
la embriología y el ejercicio clínico de miles de terapeutas de todo
el mundo.
Consideraciones que fundamentan la práctica Medicina Bioenergética
Nivel celular y subcelular:
* Los organismos vivos se caracterizan por campos de materia, campos
de energía y campos de información, que interactúan armónicamente en
el seno de un campo unificado de inteligencia, con un propósito
evolutivo.
* El campo energético se precipita en campos de materia y sé
mimetiza en campos de información. La vida es energía que asume
patrones vibratorios característicos de especies, grupos, familias e
individuos.
* Un sustrato portador de energía y una energía portada son los dos
componentes esenciales del nivel físico de los sistemas vivos. Hasta ahora las ciencias biológicas se han ocupado del sustrato
portador (unidad más densa) de los organismos vivos. Su espectro
recorre desde los macrosistemas orgánicos hasta el nivel subcelular
de las moléculas. Su modelo ha sido el de la patología y el de la
biología molecular.
* En este sustrato portador el agua es el elemento primordial. El
agua se comporta como una estructura polimerizada que se dispone a
modo de cristal líquido. Para que sea metabólicamente activa el agua
debe convertirse en un trímero. Al parecer los cambios, en
características finas, de los enlaces de hidrógeno frente a la
presencia de una vibración de cualquier origen, hace del agua un
sustrato conductor universal - Callaghan Aus -
* Las macromoléculas biológicas como la melanina, el
ADN, la
hemoglobina y la colágena se comportan como cristales, con
propiedades similares a las descritas por la física de los estados
sólidos. Entre otras, el efecto piezoeléctrico y la semiconducción
han sido, clásicamente, demostradas como algunas de sus propiedades
físicas. Para el ADN y la melanina han sido propuestas, en la
literatura, propiedades de superconducción.
* La melanina se comporta como una molécula de ordenamiento
biológico a través de su propiedad fundamental de conversión
fotón-fonón - por la cual la melanina puede convertir una vibración
electromagnética en una vibración acústica.
* El 98% de la molécula del ADN no presenta una función conocida;
Fritz Albert Popp postula que puede ser un almacén de fotones.
Los glicosaminoglicanos, polímeros de la membrana celular han sido
considerados como antenas biológicas estéreoadaptativas. Se postula
su participación en la detección de campos electromagnéticos con una
acción sobre los canales de las membranas celulares.
* Algunas frecuencias electromagnéticas, en ventanas biológicas de
frecuencia e intensidad crítica, tienen acción directa sobre los
canales de calcio y las concentraciones relativas de este ión entre
el interior y el exterior de las células. Se conoce bien el rol
crítico del calcio en los sistemas de transporte de la información
biológica.
* El sistema de microtúbulos celulares no solo se comporta como una
estructura de sostén. Han sido recientemente involucrados por
Penrose y Hameroff como un sustrato biológico para un modelo
cuántico de la conciencia. Su ultra estructura es particularmente
similar a la de los microchips de los actuales computadores.
* Existe una creciente evidencia de comunicación intercelular en el
rango óptico y acústico del espectro.
* Un intercambio de fotones a un ritmo específico constante permite
la comunicación celular y tisular a niveles muy por debajo del ruido
ambiental. Esta emisión ultra-tenue de fotones ha sido postulada por
Popp en La biología de la luz como un mecanismo fundamental para la
transmisión de información biológica.
* A una frecuencia de 400 nanómetros, ubicada en el rango
ultravioleta del espectro, las células emiten una radiación de
foto-reparación que facilita y acelera los procesos de reparación
del material genético lesionado. Al parecer algunos cancerígenos
interfieren esta propiedad fundamental de todas las células.
* En una superficie de 10-6 cm2, del mismo orden de la superficie
celular, la luz solar se hace coherente. Esto significa, según Popp
que, a escala celular, la luz solar es una onda portadora de
señales.
* Los paquetes de fotones emitidos periódicamente por las células,
se comportan como micro-emisiones de láser, por su sincronicidad,
coherencia y pureza espectral.
* Cuando una semilla muere, al llegar al límite de no-viabilidad
después de un calentamiento, por ejemplo, emite un flash de fotones
que se pueden registrar con un contador para tal fin. ¿Libera la
célula, al morir, un paquete de información codificado en esta
emisión de luz?
* La función celular normal supone la existencia de una diferencia
de potencial conocido como potencial de membrana. La patología
celular es precedida por un trastorno en los mecanismos de
repolarización y / o despolarización de las membranas celulares y,
en el campo de la Bioenergética, algunas técnicas como la terapia
neural, las electroterapias y la magnetoterapia, se fundamentan en
su capacidad de restablecer el potencial de la membrana.
* Los procesos de reparación tisular son activados por potenciales
del orden de los milimicrovoltios, conocidos desde tiempos de
Galvani como potenciales de injuria y redescubiertos por Becker en
el curso de la última década. Estos potenciales de corriente directa
son producidos por la neuroglía y transportados por el sincitio de
las vainas neurales generando un potencial que facilita la
regeneración después de sucedida la injuria celular.
La aplicación de corrientes eléctricas de intensidad y polaridad
determinadas, favorece la migración de células del sistema inmune
hacia focos tumorales metastásicos y facilita su regresión. El
sistema inmune se caracteriza así por un comportamiento polar frente
al campo electromagnético.
*
La aplicación local de campos magnéticos tiene un efecto antálgico y
anti-inflamatorio que acelera la recuperación de los tejidos
expuestos al trauma.
*
La aplicación de campos magnéticos de frecuencia e intensidad
determinados, favorece el proceso de reparación de fracturas.
*
El efecto gravitatorio sobre las moléculas biológicas crea micro
corrientes que favorecen el proceso de reconstrucción y remodelación
ósea como respuesta al stress físico. Este efecto se manifiesta
sobre la unión del semiconductor P-N establecido entre la molécula
de colágena y los cristales de hidroxiapatita. La ausencia de este
estímulo nos explica la osteoporosis acelerada en condiciones de
vida sedentaria o en astronautas.
*
La disminución del campo magnético terrestre a niveles críticos,
lleva a la muerte celular - Kaznatchev.
*
El núcleo celular puede describirse como un oscilador biológico.
*
La célula puede describirse como un elemento de circuito eléctrico
oscilante dotado de capacidad, autoinductancia y resistencia
eléctrica.
*
El ADN se comporta como una antena helicoidal de recepción y emisión
de señales biológicas.
*
Si desenrollamos el ADN de todas las células, obtenemos una antena
con una longitud de miles de millones de kilómetros, equivalente al
diámetro del sistema solar.
*
El ADN es un resonador biológico con una calidad mil veces superior
al mejor de los resonadores concebidos por la técnica.
*
En el ámbito biofísico las reacciones químicas suponen un
intercambio de fotones a un ritmo específico constante.
*
Como lo plantea el Nóbel Szent Gyorgy, la célula puede concebirse,
in vivo, como un plasma electrónico activado y su vitalidad podría
ser determinada por la densidad de portadores de carga. En este
sentido la pérdida de vitalidad puede estar asociada a la pérdida de
electrones, como en los estados de oxidación. Los cancerígenos
podrían caracterizarse entre otras propiedades por su gran afinidad
por los electrones. Los procesos de aporte de cargas negativas, como
la terapia por iones negativos, ciertas dietas y algunas formas de
aplicación de campos magnéticos, pueden restablecer el balance de
cargas celulares.
Nivel de sistemas:
El plasma humano está caracterizado por un potencial que define su
tensión superficial. Este potencial Z, determinado por el nivel de
cargas negativas que impiden la autoaglutinación celular, parece
fundamental en los mecanismos de fluidez de la sangre y la calidad
de la perfusión tisular. La presencia de cargas positiva eleva la
tensión superficial y favorece la patología. Medidas inespecíficas
como la dieta fresca y natural favorecen el mantenimiento de una
tensión superficial plasmática por debajo de los niveles de riesgo.
(Coanda, Flanagan)
Por su estructura y su función, el sistema circulatorio puede
asimilarse a un sistema de bobinas biológicas, con capacidad de
captar y generar campos electromagnéticos. El corazón es un
oscilador eléctrico maestro.
Un sistema de circuitos eléctricos cerrados, como un nuevo sistema
de regulación biológica ha sido propuesto en la última década por
Bjorn Nordenström, después de más de veinte años de investigación.
La aplicación de este descubrimiento le ha permitido un abordaje
promisorio de algunas metástasis tumorales y ha dado impulso a la
moderna ciencia de electrofarmacología. En esta se puede teledirigir
una sustancia como un antimetabolito para aumentar su concentración
en sitio eléctricamente activado.
El investigador americano
Robert Becker, que ha dedicado buena parte
de su vida al estudio de las interacciones entre el
electromagnetismo y la vida (es autor de numerosas publicaciones
sobre el tema), ha descrito un sistema de corriente directa, que
regula entre otros los procesos de reparación tisular. Este sistema,
cuya velocidad de conducción es del orden de dos a seis centímetros
por segundo, diferente del clásico sistema digital de corriente
alterna, cuyo origen es neuronal. Basado en la presencia de
semiconductores biológicos como la mielina, este sistema mantiene la
carga eléctrica basal tisular, una especie de neurotrofismo
sostenido y producido desde el nivel glial.
Desde 1935 los trabajos de
Burr, en la Universidad de Yale, pudieron
constatar la existencia de una polaridad cráneo-caudal en los
mamíferos. Este sistema se orienta con una carga negativa o
polaridad norte cefálica y una carga positiva o polaridad sur en la
región caudal. En los diferentes segmentos se han podido registrar,
igualmente, estas diferencias de potencial. Así, existe una
polaridad norte frontal y sur occipital, que se altera durante la
anestesia, la electro-analgesia y el sueño fisiológico, en el que
todos los potenciales electrodérmicos situados en el cuero cabelludo
caen, excepto en un punto particular de la coronilla donde se
registran los potenciales de vértex. Estos son conceptos de
importancia primordial para la Bioenergética, en la que toda
enfermedad supone una alteración de los sistemas de diferencia de
potencial biológico. Antes de la manifestación de la enfermedad
clínica hay alteración en la intensidad o la polaridad de estos
dipolos biológicos.
Existe una relación, clínicamente constatada, entre las polaridades
del sistema nervioso vegetativo y los campos magnéticos. El polo sur
representa una vertiente simpaticotónica y el polo norte, orientado
hacia la piel, tiene un efecto parasimpaticotónico, local o global,
según el punto de aplicación. El hipotálamo se comporta como una
especie de brújula del sistema. A escala celular, el núcleo
representa el componente norte del dipolo y el citoplasma el
componente sur.
Los seres vivos emiten un campo electrodinámico susceptible de ser
medido y relacionado con su estado de salud. Este campo, denominado
campo L por Burr, ha sido demostrado mediante diferentes técnicas de
electrofotografía como la fotografía Kirlian y la electrosonografía
- Dumitrescu.
La interacción con este campo biológico es posible a través de
diferentes estímulos electromagnéticos en ventanas de intensidad y
frecuencias críticas.
Como un sistema de interfase entre este campo circundante y el
organismo existe, sobre la piel, una red eléctrica cuyas
características anatómicas, y electrofisiológicas que han sido
claramente demostradas a la luz de la ciencia oficial.
La piel se comporta como un radar biológico capaz de brindar
información del medio interno y transmitir los parámetros
electromagnéticos del medio ambiente hasta los diferentes órganos.
Esta propiedad se utiliza científicamente en algunas prácticas
terapéuticas, como la electroacupuntura y la moraterapia, en las que
la medición del potencial del punto electrodérmico activo o punto de
acupuntura, es el principal fundamento diagnóstico y terapéutico.
Hacia una concepción cibernética de lo biológico
Estas constituyen solo unas breves anotaciones sobre el estado
actual de la investigación de las bases biofísicas de diferentes
modalidades de terapéutica vibracional, que constituyen, en su
conjunto, la Medicina Bioenergética. Existe un común denominador
desde el cual todas las medicinas pueden ser analizadas bajo la
misma óptica. Hemos pasado por el campo material, sustrato biológico
de la medicina moderna; el componente energético o vibracional,
sustrato de la medicina bioenergética. Consideremos ahora brevemente
ese campo de síntesis donde todas los métodos terapéuticos pueden
ser vistos a la luz de la Biocibernética. Debemos, para tal fin,
concebir el sistema energético vital como un campo de información.
Toda terapéutica constituye, en última instancia, un intercambio de
información con el sistema biológico. Este puede concebirse como un
sistema de recepción, procesamiento, análisis, almacenamiento y
emisión de información. Entre estímulos mecánicos, químicos,
eléctricos o verbales que produzcan un efecto final medianamente
comparable, el común denominador es la información. Con una
aspirina, un masaje, una aguja, un láser, o un consejo, pueden
obtenerse, en ocasiones, efectos comparables. El único común
denominador posible en tales eventos es la información y, el
resultado terapéutico es establecido por la capacidad de cada
sistema particular para entrar en resonancia con el sistema
biológico.
Si la vida es un campo de información, el de la terapéutica puede
asimilarse a un campo de información que entra en resonancia -
interfiere - con el campo de la vida. Es tal capacidad de sostener
un diálogo con el campo energético vital que puede definir el valor
de una terapia. Antes que nada, esta debe diferenciarse del ruido
ambiente, constituido por los miles de millones de informaciones
electromagnéticas que cada segundo bombardean el individuo.
Así, en el paradigma mecanicista, se puede lograr el efecto
anestésico a través de un golpe certero. En el paradigma químico
quizá lo logre con menos ruido y riesgo a través de un gas
anestésico. En el paradigma cibernético, una corriente eléctrica
pulsada provocará la liberación de sustancias analgésicas. Todos
estos estímulos evocan una respuesta en el sistema biológico, todos,
con más o menos ruido, llevaron una información que entró en
resonancia con el campo de información del sistema y provocaron un
cambio en los parámetros de respuesta habitual al estímulo doloroso.
Una de las preguntas fundamentales que hace muchos años me hice en
la práctica médica fue la de: ¿Por qué desde abordajes tan
diferentes y estímulos tan disímiles se lograban resultados a veces
semejantes?. Me preguntaba si existía una vía común final, efectora,
que pudiera traducir los estímulos a un código único comprensible en
el lenguaje de los sistemas biológicos.
La respuesta se insinuaba ya en el abordaje biológico del stress. La
amenaza de una cucaracha puede evocar una respuesta de igual
potencialidad patógena a la del riesgo inminente de rodar por un
precipicio. El solo hecho de pensar en un limón con sal, provoca
salivación comparable a la de chuparse el limón real. Tanto la
exposición al frío intenso, como el miedo a un examen pueden
aumentar el riesgo de pescar un resfriado. La depresión puede tener
un efecto parecido al de un potente tóxico sobre el sistema inmune
¿Hay alguna relación real entre estos hechos disímiles que producen
resultados biológicos semejantes?. Ya el resultado en si es un hilo
conductor que nos debería señalar algún lugar de confluencia.
La
vida y la muerte están sólo en la mente, enfermedad y salud son
construcciones mentales. De momento podremos afirmar que nuestros
procesadores de información no distinguen bien entre imágenes y
realidades. Es como si para el sistema energético vital todo
estímulo estuviera constituido como un símbolo que evoca una memoria
biológica. Toda terapéutica es una variedad de stress y, obviamente,
más que el estímulo en si, es la propia respuesta del organismo la
que tiene propiedades terapéuticas. Este hecho, no bien reconocido
por la práctica clínica, nos hace pensar que la terapéutica es una
variedad peculiar de aprendizaje, en la que, gracias a una molécula
o paquetes de información, el organismo aprende una modalidad de
respuesta que luego grabará en su memoria.
Retomando el asunto relativo a la posibilidad de generar una
memoria, nos encontramos con la paradoja de Lodschmidt, que nos dice
que un conjunto ordenado de partículas debe tener un comportamiento
simétrico respecto al tiempo. Es decir, que es posible para el
sistema regresar desde su nivel de entropía en un momento
determinado, a su punto ordenado de partida. La emisión de un eco
del spin del protón al cabo de estímulos de radiofrecuencia poco
espaciados entre si, nos revela la capacidad del átomo para
manifestar una memoria. Cuando el estímulo se hace con fotones
coherentes - láser - se presenta el eco de spin del electrón. Es
decir, que un estímulo adecuado, convenientemente repetido, provoca
en las estructuras atómicas una especie de aprendizaje manifestado
en la capacidad de memorizar la información y emitir un eco.
El
problema que se nos presenta es el de la duración de la memoria. Ya
en el caso de los organismos vivos, esto se resuelve, por lo menos
en parte, cuando constatamos que algunas moléculas claves como el
ADN se comportan como resonadores biológicos con un tiempo de
coherencia muy superior al de todos los resonadores conocidos. Esto
quiere decir que un paquete de información podrá ser almacenado
durante un periodo prolongado, que se extiende desde los
milisegundos en el caso de los resonadores artificiales, hasta los
minutos u horas para el caso del ADN. Si consideramos que la
repetición del eco del spin de protones y electrones es susceptible
a su vez de generar otros ecos, podremos sospechar, al menos, que la
capacidad de retener información en el seno de los sistemas
biológicos es prácticamente ilimitada. Las respuestas terapéuticas
desencadenadas con paquetes de frecuencias electromagnéticas son una
prueba en esta dirección. Más aún, la propia emisión por las células
de fotones coherentes pulsados a un ritmo específico constante,
puede muy bien ser otra fuente interna para la génesis y la
preservación de una memoria atómica.
El abordaje de los campos de información biológica, y la inclusión
en la medicina de la relación mente - cuerpo como una unidad, es uno
de los grandes desafíos en la conquista de una práctica clínica más
humana. Las relaciones entre patrones de comportamiento y enfermedad
apenas si empiezan a ser consideradas. La influencia del placebo, la
sugestión, la imaginería, la meditación, la hipnosis y los
sistemas
de creencias, empiezan a reconocerse por su profundo contenido
terapéutico. Todas estas avenidas de la bioinformación, que empiezan
a tener en cuenta esa cenicienta olvidada de la mente, postulan una
práctica médica orientada hacia la autogestión.
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