LOS BRUJOS HABLAN

(SEGUNDA PARTE)

JOHN BAINES

INSTRUCCIONES PRACTICAS PARA ALCANZAR

LA SUPERACIÓN MATERIAL Y ESPIRITUAL

 

 

EL DOMINIO DE SÍ MISMO O LA CONQUISTA DEL PROPIO UNIVERSO

La realización práctica de las enseñanzas ocultas comienza con la conquista de sí mismo, ya que todo aquél que aspira a conocer los secretos de la Naturaleza y a cambiar su destino, debe entablar una tenaz lucha consigo mismo hasta llegar a vencerse. Esto es el encontrarse a sí mismo puesto que el Yo permanece casi siempre desconocido y en las sombras. Surgen en el individuo innumerables tendencias, deseos y emociones que dividen su personalidad manifestándose como una entidad compleja y mudable que actúa y reacciona según las influencias que va recibiendo desde el exterior, o sea, lo que le va sucediendo en la vida. Por vivir en un cuerpo material, se origina un perpetuo conflicto entre lo que reclama el espíritu o Yo y lo que desea el cuerpo o masa, produciéndose en todo momento un dominio del cuerpo sobre el espíritu. Empeora esta situación la identificación que se produce entre el Yo y las sensaciones puramente orgánicas. “Yo tengo hambre” o “Yo tengo sueño” se refieren exclusivamente a estados corporales que se reflejan en el Yo y lo obligan a proceder de acuerdo con estas sensaciones.

El Yo es igual a una persona a la cual se pretendiera llevar en varias direcciones al mismo tiempo. No puede existir conciencia cuando el Yo sufre el dominio de fuerzas encontradas que lo empujan hacia donde él no quiere ir.

Si queremos ser conscientes debemos imponernos a los instintos, los sentimientos y las emociones, a fin de que el Yo sea en todo momento el amo y no el esclavo.

Es corriente encontrar individuos que ejecutan actos que van en contra de sus principios y deseos, y esto es porque el Yo en ese momento se vio dominado por una fuerza inferior. Desde el momento en que el cuerpo es nuestra manifestación concreta, visible y tangible debemos poner en orden esta compleja fábrica en que cada obrero manda sobre el dueño o patrón. Nuestro cuerpo es un verdadero universo en miniatura donde cada órgano representa a un cuerpo planetario y realiza funciones que van en beneficio de un Todo inteligente que debe ser el dueño y gobernador de ellos.

A fin de proceder a la unificación de las energías bajo el mando del Yo es indispensable tener un centro de gravedad permanente y estable, es decir un ideal por realizar aquí en la tierra que viene a ser similar a la raíz de un árbol.

El que no tiene un ideal juega con sus deseos, instintos y emociones, creando el caos completo en su pequeño Universo o Microcosmo.

Si nos examinamos y observamos atentamente, veremos la increíble influencia que tienen sobre nosotros los estados de ánimo por los cuales vamos atravesando, estados que condicionan nuestras acciones. Estos estados anímicos son producidos por todo aquello que va penetrando por nuestros sentidos tanto bueno como malo, o sea que somos una especie de esclavos de la causalidad.

La gran cantidad de sugestiones que recibimos va condicionando nuestro estado de ánimo, sea hacia lo positivo o hacia lo negativo. El subconsciente es igual a la tierra fértil que concibe toda clase de semillas, sean buenas o malas.

Paralelamente a las sugestiones que se reciben desde el exterior surgen los deseos nacidos de la masa o cuerpo físico, que tienden únicamente a su propia satisfacción y placer.

Las pasiones dominan al hombre en mayor o menor grado según su evolución espiritual e inevitablemente lo conducen a metas jamás deseadas por el verdadero y único Yo o espíritu del individuo. Un hombre dominado por una pasión deja de ser consciente e inteligente para descender al mismo nivel del animal que es movido sólo por sus instintos. Es difícil, sin embargo, distinguir entre la pasión y un deseo del Yo, lo cual puede lograrse únicamente a través de una cuidadosa auto-observación.

Pasión, como su nombre lo indica, es un estado pasivo, o sea, un estado en que el individuo actuó como hembra, es decir, concibió dentro de su alma un deseo que le llegó desde fuera en forma de una vibración, para manifestarse posteriormente como si hubiera sido un deseo propio, nacido de sí mismo.

Un altísimo porcentaje de lo que desea y realiza el individuo como si fuera propio, son campos de vibración que han penetrado desde fuera o bien han nacido de su parte fisiológica que desde luego no representa en modo alguno su Yo.

Debido a que el cuerpo físico es la morada del Yo, se produce una lucha constante entre la voluntad del cuerpo y la del espíritu. Lejos de ser el dueño del vehículo material que ha escogido, el Yo se convierte insensiblemente en su esclavo, ya que es incapaz de controlar a las cuatro inteligencias que actúan en el individuo dentro del campo fisiológico y que son la inteligencia del aparato procreador, la del aparato digestivo, la del aparato circulatorio y la del aparato respiratorio.

El procreador está relacionado con todo lo que es creación, el digestivo con la mantención del cuerpo físico, el circulatorio con las emociones, y el respiratorio con el intelecto. Todo lo que el hombre desea o ambiciona se manifiesta a través de uno de estos aparatos, ya sea porque se originó en él o porque penetró desde fuera. Estas cuatro inteligencias forman lo que podemos llamar el alma, o sea lo pasivo, manifestándose el espíritu como lo activo.

Es imposible llegar a conseguir lo que uno desea si el Yo no toma las riendas del poder y se impone sobre el cuerpo y sus diferentes manifestaciones.

Es muy común observar en la vida diaria a personas que anhelan conseguir algo y se someten a un plan de acción elaborado especialmente para la consecución de su fin, pero por más que se esfuerzan no son capaces de caminar en línea recta hacia la meta tal como se lo habían propuesto. ¿Por qué sucede esto? Porque el individuo cambia a cada instante. Cada cinco minutos se manifiesta en él una nueva personalidad que no opina lo mismo que la anterior y por lo tanto, lo va desviando insensiblemente del fin propuesto.

Podríamos comparar al hombre y sus fuerzas con un ejército sin General pero con muchos Oficiales, cada uno de ellos dando contradictorias órdenes. Los soldados desconcertados no saben a quién obedecer y terminan peleando entre ellos mismos. El Yo debe tomar el puesto de General sobre su ejército e imponerse a ellos en todo momento para obligarlos a una lucha fructífera y no estéril, como les sucede a muchos en la vida diaria que luchan fuerte y tenazmente pero por desgracia sin conseguir el resultado apetecido. Es imprescindible entonces establecer orden en nuestro cuerpo físico.

En primer lugar es necesario sintonizarse con la fuerza constructiva que opera en el cuerpo. Ya dijimos en páginas anteriores que existen dos fuerzas principales que operan en todo el Universo y por ende dentro del hombre y éstas son: la fuerza vital o constructiva y la muerte o fuerza destructiva.

En el cuerpo se libra constantemente una tenaz batalla entre estas dos fuerzas que tratan de aniquilarse una a otra. La muerte se manifiesta a través de todos aquellos estados depresivos y de angustia que aparecen comúnmente.

Sus diferentes nombres son: pesimismo-desilusión-tedio-tristeza-angustia-celos-odio, etcétera.

La fuerza constructiva o vital se manifiesta a través del optimismo, amor, alegría, fe y confianza en sí mismo.

Llamaremos a la fuerza destructiva negativa y a la vital, fuerza positiva.

El Negativo está siempre lleno de desconfianza hacia los demás; en todos ve los defectos y nunca las virtudes, vive en una atmósfera gris y oscura que es producto de sus propias emociones y pensamientos, cree que el mundo está lleno de maldad, que no tiene amigos y que la vida no vale la pena vivirse.

Este pobre ser vive su propio infierno creado por él mismo. El Optimista o positivo vive por el contrario, en una perpetua satisfacción de estar vivo, está lleno de buenos deseos hacia los demás, piensa siempre positivamente.

Existen cuatro palabras mágicas en las cuales está encerrado el poder de la vida y éstas son: Fe, esperanza, amor e ilusión.

El niño con su inocencia nos da una profunda lección.

Es necesario tener fe en sí mismo, en Dios y en la Humanidad.

Mantener siempre viva la Esperanza y la Ilusión de un mañana mejor.

Amar a todos los seres humanos por igual y a todo aquello que lleva la chispa del Gran Creador.

Aquél que es ateo y no cree en nada ni en nadie a no ser en los fenómenos materiales, está muerto por dentro, tiene el alma petrificada.

Una vez que se ha conseguido expulsar las energías destructivas es necesario empezar la creación de un hijo que será nuestro salvador.

Este hijo se llama el Yo volitivo inteligente.

Este Yo es el que se encargará de la dirección de todas las fuerzas que operan en el Ser.

A fin de tener éxito en la creación de este Yo es menester atenerse al siguiente orden:

1.- Educación y dominio del sexo.

2.- Educación y dominio del corazón.

3.- Educación y dominio de la mente.

4.- Educación y dominio del alma.

5.- Madurez del Yo volitivo inteligente.

Una vez que se ha logrado llegar a la plena formación del Yo volitivo inteligente no hay nada imposible para un hombre, ya que puede trazarse una meta y caminar en línea recta hacia ella venciendo todos los obstáculos que encuentre en el camino.

Antes de proceder a trabajar en cada centro se debe hacer un cuidadoso análisis de los propios defectos o vicios.

Para no perder de vista el ideal, o sea lo que uno anhela conseguir, se debe escribir esto en forma clara y concisa en un cuaderno o libreta y releerlo diariamente, es decir, fijarse una meta y no perderla de vista en ningún momento.

Lo más grande que puede existir es llegar a alcanzar un dominio total y completo sobre sí mismo. Este objetivo en apariencia tan sencillo es la llave maestra de toda realización material o espiritual, ya que significa el llegar a ser consciente que es la suprema meta del ser humano. Debido a la sencillez misma de lo anterior, temo que los lectores no lo comprendan debidamente y le resten importancia. A fin de aclarar más el concepto, y ya que estamos en la era de los robots y los proyectiles dirigidos haré la siguiente comparación: el hombre es un robot creado por alguien que desconocemos, robot en el cual se implantaron ciertos circuitos fundamentales como el instinto de conservación, reproducción, reacciones emocionales y capacidades cerebrales de lógica, deducción y análisis. De pronto surgió en este robot una pequeña chispa que podemos llamar conciencia, chispa que permanece inadvertida e inactiva en la mayoría de los humanos que se limitan a usar solamente los circuitos robóticos implantados. El que logra cuidar y alimentar la pequeña chispa de la conciencia y hacerla crecer hasta que derrote a los circuitos del robot y se apodere de la dirección del cuerpo, ha vencido todas las limitaciones humanas porque se ha hecho más que humano al superar algunos límites impuestos a la especie.

Se debe empezar entonces por educar el cuerpo material que se ha acostumbrado a seguir sus propios impulsos, y que reacciona ante los intentos de dominarlo igual que un caballo salvaje al que se ensillara por primera vez. Sabe instintivamente que si no lucha perderá su dominio sobre el Yo que llegará a convertirse en su dueño y señor.

El obstáculo más grande que encontramos en el camino del autodominio es la falta de conciencia. Falta de conciencia de los deseos que no nacen del Yo, falta de conciencia de sí mismo, falta de conciencia de ser. Es necesario darse cuenta cabal de qué cosa es la que hay que dominar. Se trata sencillamente de aprender a distinguir los deseos nacidos de la masa de los deseos nacidos del espíritu. Si es posible, confeccionar una lista de todo lo que pertenece a la masa y lo que pertenece al Yo.

Hay que comprender que el dominar algo no significa matar o sofocar. Dominar significa el realizar algo solamente cuando el Yo volitivo inteligente lo quiere. Dominarse a sí mismo significa poseerse, poseer plenamente el vehículo físico o cuerpo que es la morada del espíritu. Significa que el espíritu logró adaptar plenamente su vehículo a sus necesidades. Recién en ese momento cumple con el objetivo que lo trajo a la vida, es decir, puede actuar en la materia con tanta desenvoltura y conciencia como lo hacía antes en su plano original y recién puede comenzar a pensar seriamente en realizar alguna labor determinada.

El cuerpo físico es para el espíritu una pesada carga cuando no responde a los mensajes y a los actos que éste quiere ejecutar, es como un velo negro que limita y entorpece la visión. El autodominio consiste en aprender a manejar en forma perfecta la compleja y extraordinaria maquinaria que es el cuerpo físico.

La situación que en general se le produce al ser humano puede compararse con la de un individuo a quien introdujeran en un automóvil sumamente complejo e ignorara su conducción. El cuerpo físico del hombre que no ha cultivado ni desarrollado su conciencia es idéntico también a un automóvil que tuviera que hacer un largo viaje sin conductor.

A fin de poder visualizar claramente el problema espiritual del hombre recurriremos al siguiente símil: el espíritu es energía pura de alta vibración que penetra en un cuerpo material de baja vibración. Todo lo que el espíritu trata de exteriorizar se pierde, ya que es igual a un radiotransmisor que transmitiera en alta frecuencia y tuviera que ser captado para su retransmisión por un receptor de baja frecuencia (cuerpo). Como cualquiera se dará cuenta es imposible que este receptor (cuerpo) capte nada a no ser que eleve extraordinariamente su frecuencia hasta llegar al nivel del transmisor (espíritu).

Éste es en pocas palabras todo el camino del Ocultismo despojado de todas las mentiras, vaguedades y grandilocuencias.

¿Cuál es el medio ahora de elevar la vibración del cuerpo o masa? Esta masa es de una baja vibración porque es materia bruta sin conciencia propia. Se debe proceder entonces a despojar a esta materia de su automatismo animal dándole conciencia por medio de la mente. Darle conciencia a las manos, a los brazos, a las piernas, los pies, el cerebro, el corazón, el hígado, etcétera.

En páginas anteriores dejamos establecido que todo es mente. Por medio de la mente consciente es posible entonces modificar la vibración básica de un órgano o miembro, proyectando y situando la conciencia en él. ¿Acaso un pintor, por ejemplo, no debe llegar a darle una completa conciencia a sus manos para que estas obedezcan fielmente lo que su mente percibe y ordena?

El poder de la mente humana no tiene límites y llegará el día en que el hombre habiendo logrado el perfecto dominio de ella podrá materializar sus pensamientos llegando así a la integración de la materia.

Por medio de su mente podrá modificar su estructura celular venciendo a la vejez y a la muerte ya que el principio mente es inmortal.

Se debe meditar profundamente en lo que significa ser consciente y estar despierto.

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DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

PREMISA BÁSICA: EL HOMBRE ES UNA MÁQUINA

Nada es posible realizar en el desarrollo de la conciencia si el estudiante no llega primero a darse cuenta cabal de la verdad de esta afirmación. El hombre es una máquina, nada puede hacer, nada puede realizar, todo le sucede. No tiene voluntad ni libre albedrío. Está a merced de la ley de accidentes.

Con lo que se ha tratado en páginas anteriores el lector atento tiene ya los datos básicos para llegar a comprender su mecanicidad.

Una vez que se ha llegado a vivir esta experiencia se puede empezar a actuar para ir despertando lentamente hasta llegar a salir del estado de sueño o mecánico. Naturalmente que a un hombre solo le es muy difícil salir del estado de sueño y ser consciente, ya que a poco de empezar a actuar se duerme nuevamente y no tiene puntos de referencia para saber si está dormido o despierto. Ésta es la dificultad más grande que se encuentra en este camino; la imposibilidad de distinguir entre el estado de sueño y la vigilia.

Cuando se ha llegado a estar despierto, aunque sea por un pequeño período de tiempo es posible llegar a diferenciar ambos estados.

Es posible amar, pensar, razonar y trabajar sin ser consciente de lo que se está haciendo. Son muy pocos los momentos de verdadera conciencia que tiene el hombre. Cuando no se está despierto es posible darse cuenta de ello solamente al llegar un momento de conciencia. Se experimenta entonces la sensación de haber estado ausente mucho tiempo y de haber regresado repentinamente.

Lo que contribuye en alto grado a mantener el estado de sueño son los hábitos y la identificación que se produce invariablemente entre el individuo y aquello que ejecuta o que percibe a través de los sentidos. Se olvida de sí mismo para identificarse con las sensaciones; se produce una fuga de la conciencia que abandona al sujeto para proyectarse e identificarse con el objeto al que está dirigida la atención. Al producirse este proceso queda solamente la máquina humana que no se autodetermina ni piensa realmente.

El primer paso para llegar a ser consciente es la sistemática y constante observación de sí mismo, a fin de que no se produzca la fuga de la conciencia. Se debe mantener una continua sensación de la propia identidad, recordar antes que nada que se es; Yo soy el que quiero esto. Yo soy el que estoy actuando en este momento, Yo soy el que estoy viendo esto. Para ser consciente es necesario no olvidarse de sí mismo, ya que en el momento del olvido comienza el sueño.

Como es necesario desempeñar una serie de actividades de carácter material, se produce fatalmente el olvido de la propia identidad. Para salvar este obstáculo es necesario educar la atención a fin de que se logre una bifurcación, en la cual en primer lugar, estará el Yo, y en seguida aquello a lo cual se atiende. Ésta es similar al rayo de una linterna que tuviera que atravesar una lente de aumento para iluminar un objeto. El rayo luminoso representaría la atención, la lente al Yo. Por medio de este símil es posible apreciar la técnica mental a la cual es necesario recurrir para llegar a ser consciente o despierto. Naturalmente éste es sólo el primer paso, ya que existen muchos grados de conciencia a los cuales se llega a través de sucesivos despertares.

A medida que el estudiante empieza a tratar de “recordarse a sí mismo” se da cuenta de lo difícil que esto resulta, ya que de pronto puede darse cuenta de que de un mes a esta parte ha estado totalmente dormido a pesar de creer lo contrario. Súbitamente y debido a un shock se produjo el despertar, acompañado del reconocimiento del anterior estado de inconsciencia.

Cuando se ha logrado producir una dualidad en la atención, es necesario rehusar la identificación con los estados emotivos y las impresiones fuertes. Es posible que un sujeto logre estar consciente en la soledad, pero que al salir al mundo exterior se duerma profundamente.

En los momentos en que se recibe una impresión determinada es necesario realizar un esfuerzo de voluntad para mantener la sensación del Yo. Con la práctica, esto se convierte en algo bastante sencillo. A medida que se logra alcanzar un estado más elevado, va cambiando la percepción, ya que recién se comienza a ver las cosas como son en sí, y no como el individuo cree que son.

Poco a poco se van realizando sorprendentes descubrimientos. Se descubre por ejemplo que el ser humano puede alimentarse por muchos meDios, de los cuales el más grosero es el digestivo, y el más sutil, la absorción de energía a través de los estímulos que reciben los sentidos. Su escala de valores cambia completamente al percibir la diferencia entre lo real y lo ilusorio.

Para saber hasta dónde conduce el camino del despertar es necesario recorrerle, ya que de nada sirve hablar de ello a quien no lo ha hecho.

Observando las disciplinas espirituales de los diferentes sistemas filosóficos y religiosos se ve que todas conducen a lo mismo. Tienden a provocar un despertar por medio de mortificaciones, penitencias o complicados ejercicios. Desde el punto de vista de la conciencia nada es más nefasto que la felicidad basada sólo en el placer de la masa o cuerpo. Todos los estados de placer sensual sumen más profundamente en el sueño a quien los experimenta, y el dolor en cambio, sea éste físico o moral sacude violentamente al individuo arrancándolo de su habitual embotamiento producto de la rutina, los hábitos y su confusa vida mental.

Cuando un hombre está muy dormido, la naturaleza le envía dolor y sufrimiento para despertarlo. El que no ha sufrido en la vida no tiene humanidad porque está dormido en su propio egoísmo.

Las más grandes verdades están ante nuestros ojos y no somos capaces de verlas. Están en lo pequeño, lo simple, lo humilde, lo inadvertido.

Basta que se le diga al vulgo que está dormido para que reaccione sarcástica e incrédulamente. Solamente uno entre miles llega a pesar debidamente lo que esto significa.

Para el hombre común no existe evolución, ni conciencia, ni voluntad, ni libre albedrío, ni humanidad. Muchos sentirán afinidad con las ideas que se presentan en este libro pero muy pocos se dedicarán a un estudio serio de sí mismos para comprobar a través de la propia experiencia la verdad de lo que aquí se afirma.

Es tan difícil comprender lo que significa ser consciente que muchos encontrarán arduo aceptar que no siempre es más consciente el más culto y educado.

La conciencia no tiene nada que ver con esto. Un jardinero humilde e inculto puede ser mucho más consciente que un sabio atómico. Es necesario comprender que hablo de la conciencia como la capacidad de percibir la realidad sin distorsión mental de ninguna clase. En muchos casos el exceso de información científica o cultural es un grave obstáculo para alcanzar la conciencia, ya que esta información proviene, en su mayoría, de sujetos “inconscientes” y necesariamente es fragmentaria, incompleta e irreal. A fin de entender debidamente esto, basta considerar que dentro de cien o doscientos años mucho de lo que se enseña hoy día en las universidades causará seguramente hilaridad. El conocimiento científico es gravemente lesionado cuando parte de bases erróneas que pueden conducir a derroteros equivocados. Es interesante pensar que las leyes científicas que se lleguen a establecer en el futuro por medio de diversas investigaciones existen igualmente hoy día, pero en forma oculta.

La ciencia no hace otra cosa que parafrasear el Ocultismo anunciando “descubrimientos” que eran conocidos de los egipcios y del dominio de los Rosacruces.

Es importante analizar la relación que existe entre la conciencia y los conceptos de bien y mal. La conciencia está más allá del bien y del mal, ya que éstos son términos totalmente relativos. Generalmente lo que es bueno para unos es malo para otros. Un hombre puede ser muy bueno, estar lleno de amor hacia los demás, hacer el bien en toda la extensión de la palabra, y esta bondad ser totalmente mecánica e inconsciente, producto de automatismos cerebrales. Otro puede ser muy bueno porque su madre inculcó en él la bondad o porque la adoptó como una “pose” para sentirse superior y neutralizar así un complejo de inferioridad. Este tipo de amor, bondad y caridad, es relativamente fácil de encontrar, pero verdadero amor, amor auténtico y genuino hacia el prójimo, amor consciente es inmensamente difícil de hallar.

El que llega a ser consciente se sintoniza con la ley divina, se pone en armonía con la irradiación de la gran mente universal o Dios.

“Pedid y se os dará” dijo hace dos mil años el super-consciente hijo de la gran mente universal (la virgen) Jesús, el Cristo.

Muy pocos han llegado a comprender esta enseñanza, que como todas las que brindó este gran maestro ha sido falseada, desvirtuada y antojadizamente explicada. Cuando aquél que se ha sintonizado con Dios pide algo de corazón, esta petición es igual que una orden de Dios que tendrá que ejecutarse tarde o temprano.

Pero, ¿puede ser considerado consciente el que vive esclavizado a la embriaguez sensual de la materia? ¿Puede ser consciente el que atesora riquezas sin pensar en ningún momento en los demás?

Recordemos este otro aforismo de JesuCristo: “dad y recibiréis”.

Aquél que quiere recibir algo debe comenzar por dar y esto lo podemos ver tanto en los negocios como en las relaciones humanas. El que se preocupa de dejar satisfechos a sus clientes antes que de llenarse el bolsillo recibe siempre la justa compensación por su obra. El que da amistad recibe amistad. El que comprende a los demás es comprendido y tolerado. Hay personas que se quejan amargamente de soledad, de falta de amistad y de que no son comprendidos por lo demás. Estos seres jamás han pensado que no es justo pedir a los demás que lo comprendan ya que esto equivale a pedir que todos ajusten y condicionen su ideología a la de uno y esto es imposible.

Hay que empezar por tolerar y comprender al prójimo, tolerar sus defectos y sus imperfecciones. Todos llevan en esencia el amor hacia los demás, pero la gran mayoría no han penetrado dentro de ellos mismos para exteriorizar este amor.

Quien ha obtenido o está comenzando a obtener la conciencia, debe aprender a vivir de acuerdo con las leyes de la Naturaleza que son las fuerzas manifestadas por Dios para que pueda existir la vida.

Por muy consciente que sea un individuo no puede romper estas leyes o tratar de ir más allá de ellas, pero puede y debe utilizarlas conscientemente en beneficio de la Humanidad.

Una de estas leyes es la ley de la supervivencia del más fuerte.

El que quiere llegar a realizar algo, debe hacerse fuerte para no ser barrido por otros mas fuertes que él.

Como estamos actuando en un cuerpo físico debemos empezar por mantenerlo en perfecto estado de salud.

Uno de los factores más importantes para esto, es evitar, cuidadosamente las emociones negativas, las depresiones, la melancolía, la tristeza, etc., ya que ellas provocan el derroche de energía nerviosa.

Si bien es cierto que estos estados anímicos pueden ser provocados por causas puramente físicas, es significativo el cambio que se produce en la salud de un hombre cuando empieza a pensar y a sentir positivamente. Se debe acostumbrar la mente a pensar sólo en cosas agradables, desterrando lo malo, inútil y ocioso.

La moderación en las comidas es fundamental para no bajar excesivamente la vibración volitiva, ya que toda materia que se ingiere carece de conciencia y debe ser asimilada y digerida por el estómago y por la conciencia.

Mantenerse siempre bien activo practicando cualquier ejercicio físico de acuerdo con la edad y constitución física.

No fumar ni beber alcohol. El cigarrillo en forma lenta pero segura va minando las facultades creadoras.

La respiración completa y profunda ayuda poderosamente a mantener el equilibrio fisiológico y aumenta la resistencia a las enfermedades y a las depresiones nerviosas.

Se entiende por respiración completa la que comienza en el estómago, continúa en el diafragma y termina en el pecho. La exhalación debe ser lo más completa posible.

Es recomendable efectuar todas las mañanas respiraciones profundas ante una ventana abierta, durante cinco o diez minutos, con la mente bien concentrada en lo que se está haciendo.

Una vez que se han tomado energías a través de los alimentos, del sueño y de la respiración, hay que aprender a economizar estas energías.

El verdadero ocultista debe ser un perfecto administrador de sus propias energías. Debe saber exactamente cómo distribuirlas y organizarlas para que no se produzca un despilfarro como sucede corrientemente.

A fin de poder distribuirla energía nerviosa en forma justa y perfecta es imprescindible que el pensamiento y la acción no sigan caminos diferentes. Es altamente nocivo estar constantemente pensando en lo que se tiene que hacer dentro de diez minutos o media hora. Este mal hábito es una de las principales causas de la ansiedad, que se manifiesta en forma de una gran impaciencia por terminarlo todo rápidamente y llegar al fin del camino. El que padece de ansiedad crónica vive proyectado mentalmente al futuro.

Es interesante analizar el efecto desastroso que producen en el derroche energético, el desagrado y la falta de entusiasmo por realizar algo.

El simple acto de recoger una moneda que cayó al suelo, si se ejecuta desganadamente y sin el deseo de hacerlo, consume más energía nerviosa que una carrera de 100 metros que se hubiera corrido con gran entusiasmo. En todas las obras sobre Psicología leemos que el entusiasmo es una de las más poderosas fuerzas existentes. ¿Cuál es la razón de este poder?

El entusiasmo es un estado de profunda exaltación del espíritu que da origen a una perfecta concentración mental y psíquica.

He aquí una clave para mantenerse siempre pletórico de energía. Hagamos un esfuerzo para realizar nuestras diarias labores con tanto entusiasmo como si de ello dependiera nuestra vida. Hasta el sencillo y rutinario acto de afeitarse o vestirse, por ejemplo, debe ser ejecutado con todo entusiasmo e interés.

Nunca será un triunfador el que no sea capaz de inflamarse de entusiasmo por algo. No basta con desear triunfar, no basta con desear superarse, es necesario sentir dentro de sí mismo una avidez profunda y sostenida por realizar lo que se quiere. Se deben concentrar todos los deseos y energías en lo que se quiere obtener, ya que el que desea mil pequeñas cosas simultáneamente nada consigue, porque dispersa sus fuerzas mentales en todas direcciones.

Hay tres cosas que están íntimamente relacionadas entre sí y que es necesario emplear conjuntamente para desarrollar la conciencia y éstas son: la imaginación, el sentimiento y la acción o movimientos del cuerpo.

Los movimientos que se realizan ya sea al caminar, al trabajar con las manos y al moverse en general, influyen poderosamente en el estado mental y emocional del que los ejecuta.

A la inversa, la calidad de los pensamientos y emociones influye también en la manera de pararse, hablar y caminar.

Lo interesante de esto es que a través de los movimientos del cuerpo, podemos actuar dentro del alma para modificar estados negativos reemplazándolos por vibraciones superiores. Ésta es la razón de ciertos movimientos y signos realizados en las ceremonias católicas, masónicas y de otros cultos.

El hombre fuerte, optimista y sano psíquicamente, camina muy erguido, la cabeza levantada, los hombros echados hacia atrás y se advierte seguridad y fortaleza en todos sus movimientos. Al saludar aprieta la mano fuerte y decididamente y su voz es firme y bien articulada. El nervioso o deprimido camina agachado, casi no se atreve a mirar de frente, no puede hablar en presencia de un grupo y si lo hace su voz tiembla notoriamente. Este hombre debe practicar la “vitalización psíquica” de acuerdo con lo que exponemos en este trabajo a fin de poder convertirse en un triunfador.

Para cambiar un estado mental y anímico negativo por uno superior, se puede realizar con éxito el siguiente ejercicio, que produce calma, paz y serenidad.

Esforzarse por reducir la velocidad de lo que se está haciendo hasta llegar casi a moverse como en cámara lenta.

Cada movimiento debe ser cuidadosamente estudiado, se debe ejecutar concentradamente poniendo “el alma” en ello. Respirar profundamente y relajar todos los músculos.

En lo que a la concentración mental se refiere, se producirá un profundo estado de concentración difícil de alcanzar por otros meDios.

Es muy importante durante este ejercicio sentir o ser consciente de cada parte del cuerpo que se mueve. Una vez que se ha adquirido práctica, se debe tratar de sentir los músculos, los nervios, la sangre, el aire que penetra en los pulmones, etcétera.

Naturalmente que este proceder se adoptará únicamente mientras dure el ejercicio. En la noche, cuando llegue el momento de dormir, se debe proceder a la relajación de todos los músculos a fin de penetrar en un estado de sueño más profundo que el ordinario. Generalmente no se alcanza el sueño profundo hasta que no se ha producido la total relajación nerviosa y muscular, lo que puede llevar tres o cuatro horas. Este período, al que podríamos llamar anterior al sueño o “preparatorio”, es casi totalmente perdido para los efectos mismos de la renovación energética que se produce al estar dormido, ya que esta renovación se efectúa en el estado de sueño profundo. De esta manera, el que logra penetrar rápidamente en el sueño profundo, mantendrá su cuerpo lleno de energía y necesitará dormir menos, ya que aprovechará totalmente sus horas de sueño.

Para los efectos de la relajación se procede de la siguiente forma: una vez acostado, respirar varias veces profunda y calmadamente concentrando el pensamiento en el plexo solar. Una vez efectuadas estas respiraciones, se empieza por relajar los músculos de la cara parte por parte, la frente, los ojos y las mandíbulas. En seguida se continúa con el cuello, brazos, tórax y así hasta llegar a los pies.

Cuando se produzca un estado de enfermedad, el estudiante debe esforzarse por sanar utilizando para ello su fuerza mental. La enfermedad es solamente un estado vibratorio negativo, que como toda vibración puede ser cambiado por medio de la fuerza mental. Es asombrosa la rapidez con que responde el organismo cuando advierte el poderoso apoyo de una fuerza mental inteligente que está tratando de ayudarlo a vencer la enfermedad.

El gran obstáculo con que se estrellan comúnmente los buenos deseos de superación espiritual, es la inercia o fuerza negativa.

El deseo y la acción de superarse forman una poderosa fuerza activa en el individuo, fuerza activa a la cual se opone su vida mecánica habitual que representa la inercia.

A fin de que su fuerza activa no sea anulada por su parte negativa, el estudiante debe fortalecer constantemente su fuerza activa por medio del estudio y una rígida autodisciplina. La mayoría de los estudiantes de Ocultismo se quedan únicamente en las buenas intenciones de realizar algo práctico, ya que toda su labor oscila como un péndulo entre la fuerza activa y la negativa, situación ésta que se puede prolongar por toda la vida. Éste es el gran peligro de estar solo y aislado. El que se propone llenar solo a conquistar su perfección espiritual comete el más grande de los errores, ya que se produce a la larga, un estado de paz y tranquilidad por la ausencia de “choques psíquicos” con otras personalidades.

Este hombre se siente en paz y cree firmemente haberse encontrado a sí mismo y haber conquistado la conciencia. No se da cuenta de que esta tranquilidad nace de un profundo estado de sueño. Así como existe la evolución existe también la “involución”, o sea, el retroceso. El tipo de realización espiritual del cual hablábamos anteriormente, es justamente una involución ya que cuando este individuo vivía normalmente en medio de la sociedad, sufría constantemente “choques psicológicos” que contribuían a mantenerlo algo despierto. Desaparecidos estos choques por el aislamiento en un monasterio, por ejemplo, se produce el sueño profundo que por supuesto brinda una gran tranquilidad.

Es por esto que la condición ideal para alcanzar un verdadero y efectivo progreso espiritual hasta llegar a adquirir conciencia y voluntad propia, es el trabajo en un grupo bajo la dirección de uno que esté real y efectivamente despierto. Este director se preocupará constantemente de mantener y provocar las situaciones precisas destinadas a que sus discípulos no se duerman, a mantenerlos despiertos.

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EDUCACIÓN DE LA VOLUNTAD

Aparte de su inteligencia el don más precioso de que dispone el hombre es la voluntad. En la gran masa humana la voluntad se confunde con el simple deseo.

Voluntad es algo que va más allá, que arranca de lo más profundo de sí mismo. Es una poderosa “presión” interna que es la manifestación visible de lo que el individuo se propone realizar. Es muy acertada la expresión “tener fuerza de voluntad” ya que se emplea para referirse al hombre que se impone una rígida disciplina como medio de lograr un fin determinado.

Esta fuerza o capacidad de autodominarse se manifiesta en forma muy variable en las distintas personas. Algunas tienen mucha y otras carecen casi completamente de ella. El triunfo en la vida depende en gran parte de la fuerza de voluntad del individuo, de la capacidad de perseverar, de trabajar rudamente cuando otros flaquean, de sobreponerse a las situaciones desagradables, a la miseria y al fracaso.

Existen personas de una gran inteligencia y de una exquisita sensibilidad, pero que no pueden abrirse paso en la vida porque les falta el poder de la voluntad.

Por el contrario, vemos que aquéllos que triunfan en la industria y en el comercio no siempre brillan por su gran inteligencia, sino más bien por su constancia, su dedicación absoluta al trabajo y su fuerte personalidad, que utilizan para imponerse sobre sus competidores. Muchas veces el sujeto mal educado, obtuso e insensible está más capacitado para el triunfo que aquél de gran cultura y sensibilidad, ya que no existe en él el temor a herir a los demás o molestarles con demandas de tipo comercial, por ejemplo. El hombre muy sensible siempre está pensando en qué va a opinar el hombre a quien visita para una entrevista de negocios o trabajo.

Esta “consideración” hacia los demás le quita todo su empuje por miedo a ser mal recibido y por temor a ser inoportuno o molestar. El “qué dirán” es causa segura de fracaso y limitación. El que así piensa tiene una personalidad pasiva y por lo tanto no puede dominar sobre otros de carácter positivo, a menos que desarrolle en él el valor, el empuje, la audacia y una absoluta falta de “consideración” hacia los demás. Es necesario comprender el sentido en el cual he usado la palabra consideración.

Es interesante comprobar la íntima relación que existe entre la voluntad y el entusiasmo. El que posee la capacidad de entusiasmarse fuertemente por algo, está muy cerca de conquistar el poder de la voluntad. Podríamos decir que la fuerza de voluntad es un “entusiasmo contenido, sostenido y razonado”.

La abulia o falta de voluntad se caracteriza por una absoluta indiferencia por todo, falta de amor propio, falta de interés en sí mismo y en los demás.

El frío e indiferente no puede jamás influir en otros para que le presten ayuda o apoyo en algo, ya que no les comunica la vibración anímica del entusiasmo, y cuando vemos a alguien falto de entusiasmo por algo, pensamos que no está convencido de la bondad o calidad del producto o de la idea que quiere vender. Este hombre no puede venderse a sí mismo, no logra mostrar sus valores ocultos.

PLAN DE EJERCICIOS

1) Ejercicios físicos intensivos de acuerdo con la capacidad del estudiante. Éstos pueden variar desde el levantamiento de pesas a la gimnasia de cualquier índole. En cualquier tratado de educación física se encontrarán los ejercicios adecuados a la contextura y edad.

2) Cinco a diez minutos de respiraciones profundas por la mañana. De pie, extendiendo los brazos hacia los lados al inhalar, se retiene el mayor tiempo posible y se exhala por la boca bajando simultáneamente los brazos hasta llegar al reposo.

3) Sentado en una silla con las manos fuertemente entrelazadas se respira profundamente tratando de concentrarse en lo que se va a decir y se repite la siguiente sugestión en forma decidida y enérgica: “Mi voluntad es fuerte y poderosa - Mi voluntad es fuerte y poderosa - Mi voluntad es fuerte y poderosa. Todo cuanto yo quiera he de realizarlo porque soy un centro de acumulación de vida, fuerza y poder”.

4) Sentarse en una silla bien erguido con la columna vertebral bien derecha y las manos entrecruzadas, las piernas juntas y mantenerse completamente inmóvil por el mayor tiempo posible. La inmovilidad debe ser total y completa.

5) En un momento de gran cansancio físico, al llegar a la casa a descansar, salir nuevamente y caminar algunos minutos. Durante esta caminata repetir mentalmente “ejecuto este sacrificio para que mi fuerza de voluntad crezca cada día más y más”.

Como normas generales de desarrollo se pueden dar las siguientes: jamás ceder a todos los deseos que se presenten durante el día. Un deseo es una fuerza muy poderosa, fuerza que se extingue junto con la satisfacción de él. Si rehusamos entonces la satisfacción de varios deseos y retenemos esta fuerza dejándolos en suspenso, tenemos en nuestras manos una poderosa energía que acrecienta nuestro magnetismo personal.

El cuerpo físico es igual a un caballo que hay que tener con la rienda muy corta para que no se desboque. Si se le da el gusto en algo, comienza a pedir más y no se satisface nunca. Es preciso tener en cuenta especialmente un control absoluto con la comida, el alcohol y el cigarrillo, que son tentaciones muy fuertes que se presentan a cada instante. Toda tentación a la cual se sucumbe, es una fuerza que se pierde. El sueño debe ser cuidadosamente regulado, evitando el dormir más de lo necesario. Al despertar en la mañana se debe evitar cuidadosamente la costumbre de quedarse semi dormido o soñando despierto, ya que esta costumbre introduce el desorden en la imaginación, desorden que se traduce posteriormente en lo físico. Evitar en lo posible todos aquellos actos inconscientes y mecánicos, tales como comerse las uñas, dar golpecitos con la punta del pie en el suelo, balancearse cuando se está de pie, y otros que advertirá cada uno. Procurar estabilizar la actividad anímica, es decir, no pasar bruscamente de la alegría a la tristeza. Mantenerse en todo momento tranquilo y sereno.

A medida que se vayan controlando la emotividad y las manifestaciones impulsivas, se irá obteniendo una voluntad más fuerte que se impondrá fácilmente sobre la fuerza negativa o inercia.

Un hábito que se debe desarrollar al máximo a fin de alcanzar una fuerte voluntad, es el orden. Trazarse de antemano un plan de trabajo para cada día, que no se debe alterar o cambiar por nada.

Acostumbrarse a cumplir siempre con aquello que uno se propone por pequeño que esto sea. El que no es capaz de cumplir sus propias decisiones, se convierte en un juguete de la Naturaleza.

Sentirse en todo momento el amo, dueño y señor del cuerpo a quien se puede mandar en todo momento para que ejecute lo que uno quiere.

Sobra decir que una persona con vicios, cualesquiera que éstos sean, no puede adquirir una poderosa fuerza de voluntad; de manera que todo aquél que esté esclavizado a un vicio debe extirparlo buscando las raíces o causas que lo motivaron. Los vicios, malos hábitos y complejos son verdaderas cadenas que paralizan totalmente la voluntad.

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EDUCACIÓN Y DOMINIO DEL SEXO

Por costumbre, el hombre usa de su sexo en cualquier momento en que experimenta el deseo sexual y no se preocupa por metodizar o reglamentar su función creadora.

Su instinto sexual ejerce tal dominio sobre él que puede obligarlo a procrear en el momento en que este instinto despierta.

Con su deseo sexual le sucede exactamente lo mismo que con otros deseos, es decir, se produce una “identificación” de fatales consecuencias para su conciencia.

¿Existe alguien que pueda permanecer consciente en el momento del espasmo sexual?

Justamente en la pérdida de conciencia que se produce en ese instante reside el único “pecado” del sexo, ya que lo sexual como todo, tiene su doble aspecto positivo y negativo. La manifestación negativa la encontramos cuando se produce el dominio del instinto sexual sobre la voluntad y la conciencia. Ésta es la caída de Adán. Su manifestación positiva se produce en el hombre totalmente posesionado de sí mismo que usa de su sexo solamente cuando su conciencia lo permite.

El aspirante a la superación debe convertirse en el amo de su instinto sexual a fin de encauzarlo en una vibración de pureza y elevación espiritual.

Cuando se tienen relaciones sexuales impulsado solamente por la pasión instintiva que busca sólo la satisfacción del deseo material, se producen funestas consecuencias para ambos amantes ya que abren su psiquis a vibraciones puramente pasionales y materialistas. Al penetrar esta vibración queda sembrada la semilla de la desgracia y la infelicidad.. Toda relación sexual en que no exista la íntima comunión de un profundo y verdadero amor, de una gran atracción y armonía espiritual, es inútil e inconveniente.

No solamente debe existir la unión de los cuerpos sino también la de las almas y aun de los espíritus.

El sexo es el más importante factor de buena o mala suerte en el hombre, puesto que la mujer representa para él la Naturaleza que es la que le brinda sus bienes.

La mujer pasional, histérica, egoísta y celosa trae “mala suerte” al hombre, pues le transmite sus vibraciones discordantes haciendo que él encuentre en la vida algo similar a esto que ella le ha irradiado. Este tipo de mujer no ama realmente a su compañero sino que anhela poseerlo para tenerlo bajo su dominio. Con mucha más frecuencia de lo que pensamos, el fracaso de un hombre se debe a que su mujer adolece del complejo de Diana. Se ha producido en ella un verdadero trastrocamiento de sexo que la lleva a actuar en el campo de la energía como macho, haciendo asumir al hombre por lo tanto el papel de hembra, y como hembra en cuerpo de macho será imposible que se abra paso en la vida porque le faltará lo activo, o sea el magnetismo masculino irradiante.

Esta mujer al proceder así comete un verdadero pecado porque va en contra de las leyes de la Naturaleza al perder su femineidad, y es por esto que siempre recibe el castigo de la Naturaleza en una u otra forma, castigo que podrá eludir solamente al recuperar su femineidad a través de una rígida disciplina psicosexual. El intercambio de magnetismo psicosexual entre hombre y mujer encierra secretos tan grandes que asustan por su alcance. Estas enseñanzas se pueden impartir solamente a personas de probada moralidad y acendrado amor a la Humanidad que ingresen a una escuela oculta bajo la dirección de un verdadero maestro.

En este libro se pueden dar solamente conocimientos de orden general ya que es un texto de pública circulación.

Cuando un hombre vea que lo persigue la “mala suerte” debería examinar detenidamente la calidad de la unión sexual que mantiene con su compañera y fácilmente podrá descubrir las causas de su problema. Igual cosa se puede decir con respecto a la mujer.

Lo más funesto que puede existir en las relaciones de una pareja es la oscilación pasional que se produce entre la unión sexual y los altercados.

En un gran porcentaje sus relaciones íntimas se reducen a la siguiente secuencia: unión sexual-altercado, altercado-unión sexual.

Si supieran la forma en que limitan sus posibilidades al mantener esta situación, se abstendrían cuidadosamente de caer en esto.

Cada riña conyugal es la simiente de ruina, escasez, desgracia y “mala suerte” que se materializarán fatalmente al cumplirse el período de fructificación de esta simiente.

Sin saberlo entonces, hay mujeres que aplastan al hombre asfixiándolo hasta que lo convierten en un ente sin personalidad, en un sujeto vencido que se limita a obedecer lo que esta mujer le impone. Este tipo de mujer es aquélla de carácter dominante que subconscientemente desea llegar a poseer hasta los pensamientos de su compañero y con su actitud le absorbe todo su magnetismo etérico-viril.

Todos los hombres tímidos son así porque su madre era muy dominante o porque su esposa los tiraniza.

La mujer que eleva al hombre y le da “buena suerte”, que le abre el camino en la vida y lo hace triunfar, es aquélla que se entrega totalmente a él, tanto física como espiritualmente.

Esta mujer ansía dar antes que recibir, se da por completo a su compañero, lucha por él, está siempre a su lado en los momentos difíciles. Tiene la inteligencia necesaria para persuadirlo sin pretender dominarlo. Diana ansía tener al hombre de rodillas a sus pies; la otra quiere verlo convertido en un ser superior que le tienda la mano para apoyarla en todo sentido.

Con el hombre sucede exactamente lo mismo ya que existen estos dos tipos: el que sólo quiere tener una esclava y el que anhela formar una real esposa consciente del verdadero papel que le corresponde en el hogar.

Por lo tanto el que desea superarse y triunfar debe regularizar y reglamentar su actividad sexual de acuerdo con un plan trazado de antemano, de común acuerdo con su compañera.

Cuándo se debe hacer abstención de actividad sexual:

Al encontrarse emocionalmente alterado por algo, con más razón después de una riña. Cuando se haya bebido demasiado alcohol. Cuando la mujer se encuentra en su período menstrual o inmediatamente después. Cuando no existe una atracción sentimental y espiritual. Cuando se acaba de visitar a un enfermo. Cuando alguno de los dos se encuentra enfermo. Cuando la mujer está encinta.

Debe existir una completa tranquilidad y armonía para llevar a cabo la unión sexual y el acto mismo debe rodearse de la mayor pureza y delicadeza posible, absteniéndose cuidadosamente de “refinamientos” que llevan en forma segura a la impotencia y frigidez.

En todo momento mientras dure el acto se procurará estar total y completamente posesionado de sí mismo sin abandonarse a la sensualidad.